Las crisis, superables
Mis queridos hermanos y amigos:
Una de las grandes certezas que la Pascua de Jesucristo Resucitado ha proporcionado al hombre que busca meta y camino para su existencia en este mundo, es la de que la conversión de una vida de pecado a una vida de amistad con Dios y de amor fraterno no sólo es posible sino que se nos ha dado como un don no caducable de Dios, que se nos ha manifestado y entregado como el que es: ¡Amor! Amor que se nos da como una gracia excepcional: la gracia del Espíritu Santo. Amor que se da como una Vida Nueva que brota hasta y para la Vida y la Felicidad Eterna. Sigue leyendo