HOMILIA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid Para el Funeral por el Excmo. Sr. D. Manuel Fraga Iribarne

HOMILIA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid

Para el Funeral por el Excmo. Sr. D. Manuel Fraga Iribarne

Catedral de La Almudena, 23.I.2012; 20,00h.

(Ro 6,3-9; Sal 129,1-2.4-5.6-7.8-9; Jn 5.24-29)

 

 

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Siempre que celebramos la Eucaristía se actualiza el sacrificio de Jesucristo. Aquel famoso Jesús de Nazareth, que había removido la conciencia religiosa y política de su pueblo en lo más hondo de sí misma, culmina su obra salvadora muriendo como un malhechor clavado en una Cruz. Su muerte, sin embargo, fue, es y será para siempre una muerte victoriosa: victoria para Él y victoria para el mundo. Al resucitar al tercer día, se verá con toda claridad que la muerte había sido vencida definitivamente. ¡La muerte de Cristo es una muerte victoriosa! ¡Más aún, representa la victoria decisiva sobre la muerte! Muerte ¿dónde esta tu victoria? ¿dónde está tu aguijón?, preguntaría San Pablo al proclamar el triunfo pascual de Jesucristo, el Señor. No hay nada, pues, más connatural con el profundo significado del Sacramento de la Eucaristía que la tradición inmemorial de la Iglesia −se remonta al primer siglo de su historia− de ofrecerla por los vivos y por los difuntos. Hoy la ofrecemos en la Catedral de Nuestra Señora La Real de la Almudena por nuestro recordado hermano Manuel, D. Manuel, (q.e.g.e), fallecido en su casa de Madrid en la noche del pasado 15 de enero; amado y querido entrañablemente por los suyos: hijos, nietos, hermanos y sobrinos… por toda la gran Familia Fraga-Iribarne; estimado y apreciado por los muchos compañeros de la vida académica y política de los que supo granjearse una sincera y fiel amistad; admirado y respetado por un número incontable de conciudadanos que no olvidarán nunca la forma extraordinariamente generosa, desinteresada e incansable de su entrega al bien común de los españoles: característica de su dilatada fecunda vida de noble servicio a España en circunstancias complejas y no siempre fáciles. Los dieciséis años de su dedicación a Galicia, su tierra natal, ponen una nota admirable de ternura personal y, a la vez, de auténtica, sencilla y comprometida humanidad. Su defensa del derecho a la vida desde el primer momento de su concepción hasta el último de la muerte natural, fue admirable. La Iglesia diocesana de Madrid lo ha tenido por hijo en los periodos más prolongados de su vida. Los ciudadanos de Madrid lo han considerado y apreciado como un vecino entrañable: ¡Como un madrileño más! Sigue leyendo

CARTA A TODOS LOS NIÑOS DE MADRID CON MOTIVO DE LA JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA

CARTA A TODOS LOS NIÑOS DE MADRID
CON MOTIVO DE LA JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA
Domingo, 22 de enero de 2012

«Con los niños de América…, hablamos de Jesús»

Mis queridos niños y niñas:

En los últimos años, en la celebración de la Jornada de la lnfancia Misionera, hemos ido recorriendo los distintos continentes de nuestro planeta tierra, siguiendo el mandato de Jesús de «ir al mundo entero» para llevar a todos la alegría de la salvación que está en É1, en conocerle y amarle. Para eso nació en Belén, como hemos celebrado en las pasadas fiestas de Navidad, y para eso murió en la Cruz y resucitó, como celebramos en la Santa Misa. En cumplimiento de esto que Jesús nos encomendó a sus discípulos al subir a los cielos, después de resucitar y aparecerse a los apóstoles y estar con ellos e instruirles durante cuarenta días, ya hemos «ido», con el pensamiento y con el corazón, a Asia, hemos pasado por África y, el año pasado, tuvimos la oportunidad de conocer un poco mejor Oceanía. En este año 2012 nos vamos a acercar a un continente que está lejos por la distancia de los kilómetros, pero que es muy cercano a nuestro corazón: América. Sigue leyendo

ORAR POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS: Una urgencia siempre nueva

Mis queridos hermanos y amigos:

Comienza una nueva semana de oración por la unidad de los cristianos avanzando en un camino espiritual y pastoral iniciado ya hace casi un siglo y que la Iglesia ha hecho suyo con una intensidad creciente. El Decreto del Ecumenismo del Concilio Vaticano II, del que se va a cumplir pronto los cincuenta años de su aprobación en 1965, y el Magisterio ulterior de los Papa, que lo han desarrollado tanto en la doctrina como en la vida práctica de la Iglesia con una amplitud temática y una insistencia apostólica extraordinaria, no dejan lugar a dudas respecto de la actualidad e importancia pastoral de la tarea “ecuménica” y precisamente en orden a la propuesta y objetivos de la nueva evangelización, que ya Pablo VI y, luego, el Beato Juan Pablo II y nuestro Santo Padre Benedicto XVI han fijado para la Iglesia del Tercer Milenio como una prioridad indiscutible. Precisamente “el estado de la fe” en los países de viejas raíces cristianas, muy gravemente crítico en Europa y América sobre todo, pone de manifiesto la necesidad apremiante de promover e intensificar la unidad fundamental de todos los cristianos en torno a lo que ha sido desde los primeros pasos del movimiento ecuménico la profesión y el testimonio de la verdad de Dios y de Cristo. El Santo Padre lo recordaba y urgía con palabras claras y cálidas en la Liturgia Ecuménica de la Palabra celebrada en el antiguo monasterio de los PP. Agustinos de Erfurt el pasado 23 de septiembre, el segundo día de su viaje pastoral a Alemania. Hoy, en la situación actual de una sociedad y una cultura profundamente secularizada, increyente, no podemos quedarnos en nuestros encuentros ecuménicos −decía Benedicto XVI− en la pena y lamentación de las separaciones y de las divisiones, sino que debemos dar el paso del reconocimiento agradecido a Dios por lo que nos ha conservado y regalado de unidad en la Fe: en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo y “en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que ha vivido con nosotros y entre nosotros, que ha padecido y muerto por nosotros, y que en su Resurrección ha rasgado la puerta de la muerte”. Fortalecernos mutuamente en esa fe y ayudarnos unos a otros a vivirla es la gran tarea ecuménica que nos espera hoy, quizá más que en ningún otro momento de la historia del movimiento ecuménico, y la que nos introduce en el mismo corazón de la oración de Jesús: “No te pido solo por éstos, te pido también por los que van a creer en mí mediante su palabra” (Jn 17, 20).  Sigue leyendo

Salir al encuentro. Jornada Mundial del emigrante y del refugiado

JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO

Migraciones y nueva evangelización

15 ENERO 2012

 

SALIR AL ENCUENTRO

 

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Con ocasión de la próxima Jornada Mundial de las Migraciones, el próximo domingo 15 de enero, el Papa Benedicto XVI nos invita a «despertar en cada uno de nosotros el entusiasmo y la valentía que impulsaron a las primeras comunidades cristianas a anunciar con ardor la novedad evangélica, haciendo resonar en nuestro corazón las palabras de san Pablo: «El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16)[1]. Sigue leyendo

HOMILÍA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid Para la Ordenación Episcopal de Mons. José Luis del Palacio

HOMILÍA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid

Para la Ordenación Episcopal de Mons. José Luis del Palacio

Fiesta del Bautismo de Señor

Catedral de La Almudena, 7.I.2012; 18,00h.

(Is 42,1-4,6-7;Sal 28; Hch 10,34-38;Mc 1,7-11)

 

1. La Iglesia de Madrid se alegra profundamente al celebrar en nuestra Iglesia Catedral la ordenación episcopal de un sacerdote diocesano, elegido por el Santo Padre para ser obispo de la diócesis de Callao, en Perú. Lo hacemos en este hermoso tiempo de Navidad, en el que el Verbo de Dios ha tomado nuestra carne para convertirla en portadora de Vida y Santidad en la Iglesia y en el mundo. Nos alegramos contigo, querido hermano José Luis, porque en esta Iglesia diocesana recibiste los sacramentos de la iniciación cristiana, en ella has ejercido también algún tiempo el ministerio sacerdotal, y en ella recibirás hoy la plenitud del sacerdocio mediante la ordenación episcopal. Os invito a todos los presentes a alegraros con el gozo de la Navidad y a pedir a Dios por este hermano nuestro para que, al recibir la gracia de la unción sacramental del episcopado, sea instrumento de Dios para bien de la Iglesia y salvación del mundo. Nos encomendamos especialmente a los santos con que esta diócesis de Madrid ha sido bendecida en su aún corta historia y que hacen de ella una comunidad santa unida a Cristo, su Señor. Sigue leyendo

HOMILÍA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid Para la Ordenación Episcopal de Mons. José Luis del Palacio Fiesta del Bautismo de Señor

HOMILÍA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid

Para la Ordenación Episcopal de Mons. José Luis del Palacio

Fiesta del Bautismo de Señor

Catedral de La Almudena, 7.I.2012; 18,00h.

(Is 42,1-4,6-7;Sal 28; Hch 10,34-38;Mc 1,7-11)

 

1. La Iglesia de Madrid se alegra profundamente al celebrar en nuestra Iglesia Catedral la ordenación episcopal de un sacerdote diocesano, elegido por el Santo Padre para ser obispo de la diócesis de Callao, en Perú. Lo hacemos en este hermoso tiempo de Navidad, en el que el Verbo de Dios ha tomado nuestra carne para convertirla en portadora de Vida y Santidad en la Iglesia y en el mundo. Nos alegramos contigo, querido hermano José Luis, porque en esta Iglesia diocesana recibiste los sacramentos de la iniciación cristiana, en ella has ejercido también algún tiempo el ministerio sacerdotal, y en ella recibirás hoy la plenitud del sacerdocio mediante la ordenación episcopal. Os invito a todos los presentes a alegraros con el gozo de la Navidad y a pedir a Dios por este hermano nuestro para que, al recibir la gracia de la unción sacramental del episcopado, sea instrumento de Dios para bien de la Iglesia y salvación del mundo. Nos encomendamos especialmente a los santos con que esta diócesis de Madrid ha sido bendecida en su aún corta historia y que hacen de ella una comunidad santa unida a Cristo, su Señor. Sigue leyendo