A la atención de los señores párrocos y rectores de Iglesia
No deja de ser providencial que mi primera comunicación con vosotros tenga como tema y preocupación nuestra Archidiócesis, la Iglesia particular de Madrid, cuyo cuidado pastoral me acaba de confiar el Santo Padre.
Ella, efectivamente, es esa porción del Pueblo de Dios, que unida al Obispo y por él congregada en el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, hace presente y actuante entre los madrileños el misterio de la única Iglesia de Jesucristo, una, santa, católica y apostólica.
Seguir edificando nuestra Archidiócesis como comunidad de fe, de gracia, de caridad y de apostolado con la colaboración de los sacerdotes, con la ayuda de los miembros de vida consagrada y los laicos, es mi principal deber.
Desentrañar su misterio, vivirlo intensamente, experimentar el sentido de pertenencia a la Iglesia Universal a través de nuestra Iglesia particular de Madrid, es el principal objetivo que se intenta conseguir con la celebración del «Día de la Iglesia diocesana» que tendrá lugar el próximo 13 de noviembre, domingo.
Su segundo objetivo, que deriva del primero y principal, es acrecentar la sensibilidad de nuestros fieles y de sus comunidades acerca de la obligación que tienen de sostener la Diócesis en sus necesidades económicas. La fe, los dones y carismas que el Espíritu distribuye han de manifestarse también en una comunicación de bienes materiales por la que se nos reconocerá como hermanos.
Es admirable el esfuerzo realizado en estos últimos años para conseguir recursos económicos que permitan atender a cuanto resulta imprescindible para la misión de nuestra Iglesia diocesana, como es la evangelización, la celebración de la liturgia y los sacramentos, la acción social, la atención a los pobres, los agentes de pastoral, la construcción y reparación de los complejos parroquiales. No pocas de nuestras comunidades han logrado imprimir nuevos impulsos pastorales y han conseguido rehabilitar el templo o sus locales. Pero es preciso avanzar más. Aún queda camino para llegar a una distribución más equilibrada de los medios materiales entre las diversas zonas y comunidades de la Archidiócesis, de modo que la abundancia de unos remedie la pobreza de otros. (Cf. 2 Cor. 8,13-14).
El sistema de suscripciones periódicas y estables de los fieles a sus parroquias y la aportación de éstas al Fondo de cooperación diocesana se está mostrando como fundamentalmente válido. Los órganos administrativos de la Diócesis pueden así nivelar más justamente las posibilidades económicas de todos. Renovemos nuestro esfuerzo ampliando el número de suscripciones, logrando que todas las parroquias aporten al Fondo el coeficiente establecido y aun superarlo generosamente, e informando a otras personas que deseen colaborar con las obras de carácter religioso, social y humanitario de la Iglesia.
La celebración del «Día de la Iglesia diocesana» es una ocasión excelente para recordar y avivar los compromisos eclesiales que hemos adquirido al establecer este sistema de colaboración económica, cuyos frutos pastorales son cada vez más evidentes, e, incluso, para reforzarlos organizando la colecta especial que ha de tener lugar en las celebraciones eucarísticas del domingo día 13 de noviembre y del sábado anterior, en sintonía con la campaña de la Conferencia Episcopal y de las demás diócesis españolas.
Sé que seréis generosos. Os encomienda a la protección maternal de la Virgen de La Almudena y os bendice de corazón.