En los próximos días -de] 12 al 15 de agosto- la HOAC -la Hermandad Obrera de Acción Católica -celebra su IX Asamblea General bajo el signo de la inminente conmemoración del 50 Aniversario de su fundación y con un tema -«Jesucristo, propuesta de liberación para el mundo obrero»- que resume y renueva lo que ha sido razón de ser de su vida y de su obra en medio de la Iglesia y del mundo obrero: anunciar con obras y palabras, apostólicamente, que Jesucristo es el único Salvador. Obras y palabras «encarnadas» en la experiencia, tantas veces dolorosa y «crucificada» por la explotación y la pobreza, del obrero, de su familia, de su ambiente: en una sociedad a la que la llamada «revolución industrial» había conducido a formas de relaciones económicas, políticas, jurídicas y culturales, marcadas por una durísima subordinación del trabajo al capital.
En el momento inicial del movimiento, junto con la Jerarquía -con sus normas de especialización del apostolado obrero de A. C., con su mandato y misión-, se encontraba la figura excepcional de su primer militante, un enamorado de Cristo y un apasionado protagonista del mundo obrero: Guillermo Rovirosa. Pocos años más tarde se le uniría un sacerdote de clarividencia pastoral excepcional: D. Tomás Malagón. Figuras de la Iglesia contemporánea en España, que muchos todavía recordamos con sentida gratitud. Su forma de vivir la vocación cristiana como testigos del Evangelio de Jesucristo entre sus hermanos trabajadores -con una identificación tan plena con sus dramáticos problemas y con sus aspiraciones de justicia y de solidaridad y, al mismo tiempo, con un sentido tan fino de la comunión jerárquica de la Iglesia- se expresaba en un estilo de existencia cristiana tan sencillo y tan auténticamente comprometido que para ello sólo había una explicación: la de una mística. La mística de la HOAC se convirtió de hecho en un «leitmotiv» que la guiará a lo largo de su medio siglo de historia en todos sus momentos: los más luminosos y los más oscuros, los más dolorosos y los más gozosos.
Nos alegramos de que la HOAC haya convocado a sus militantes y consiliarios -en sintonía con la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la CEE- en esta singular ocasión para la celebración de su asamblea general -la novena- en Madrid. Les damos nuestra mejor bienvenida: oramos por el fruto de sus trabajos y les acogemos con el corazón y los brazos abiertos de los hermanos. Se encuentran -o, mejor dicho, nos encontramos toda la Iglesia en España- ante un reto pastoral formidable y sugestivo a la vez: poner en práctica la nueva evangelización en el mundo del trabajo de nuestros días, sometido a las leyes de otra revolución tecnológica -la informática-, no menos implacable que la de finales del siglo pasado o principios de este siglo. El endémico paro, la precariedad en el contrato de trabajo, la cultura consumista, la desvertebración humana y espiritual, la crisis de la familia, el desaliento de los jóvenes, tentados por la droga y el crimen; el pasar egoísta ante el hambre y la pobreza de pueblos enteros de la tierra… son, entre otros, aspectos que caracterizan «la cruz» del mundo obrero. Presente y sensible en Madrid: en sus barriadas, en distintos sectores de la población, -jubilados, inmigrantes, parados… en la conciencia de muchos de los hijos e hijas de la Iglesia.
Agradecernos al Señor que esta asamblea de la HOAC nacional nos sirva para hacer examen de conciencia en un punto tan decisivo para que toda la Iglesia diocesana pueda abordar con fidelidad apostólica, y atenta a los signos de los tiempos, su gran y urgente tarea: evangelizar en la comunión de la Iglesia los próximos años. La Iglesia en Madrid ha dado múltiples pruebas -a través de geniales y conocidas iniciativas pastorales a lo largo y a lo ancho de su joven historia de querer y saber con generosa sensibilidad cristiana y apostólica ser portadora del Evangelio de Jesucristo entre lo pobres y con los pobres.
Que nuestra Madre, la Virgen de La Almudena, y el Patrono de España, Santiago Apóstol, nos ayuden a elegir y a seguir sin desmayos el camino de una nueva evangelización del mundo obrero: como «una pastoral de toda la Iglesia» en Madrid y en todas las diócesis hermanas de España.