Madrid – Palacio de Congresos
11.IX.1997 – 16’00 horas
Hermanos y amigos:
De nuevo la Conferencia Episcopal Española ha convocado un Congreso para la Evangelización en Madrid, su sede habitual. En esta ocasión con un objetivo y un marco histórico y pastoral muy concretos: una buena y fecunda preparación y vivencia del Jubileo del Año 2000, con el telón de fondo doctrinal de la Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente de Juan Pablo II.
La Archidiócesis de Madrid quisiera ser para el Congreso y sus participantes mucho más que un mero espacio geográfico de encuentro de Pastores y fieles venidos de todas las Iglesias Particulares de España, útil por múltiples razones de naturaleza pragmática, presentes en la mente de todos. Madrid desea y se propone serviros a todos vosotros en estas jornadas del Congreso como una verdadera comunidad eclesial hermana que os ofrece su profesión de la misma fe, de la misma alabanza litúrgica al Señor y la expresión más sincera del amor fraterno en la unidad de la Comunión de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, a la que todos pertenecemos y en la que todos vivimos por la misericordia de Dios. Quisiéramos mostraros los lazos que nos unen a vosotros en la misma caridad de Cristo de la forma más palpable y más práctica posible.
La historia particular de la Iglesia en Madrid le ha conferido a su fisonomía humana y espiritual unos rasgos propios en los que se esconde como una vocación especial: la de la apertura lo más amplia y generosa posible a familias, a gentes, a personas, a instituciones y corrientes de pensamiento y de culturas, de lo más variadas; y que se han dado cita aquí, sobre todo a partir de los años cincuenta, a impulsos de la inmigración interior, de los procesos agilísimos de la intercomunicación socio-económica, política y técnica actuales; y, en la última década, con creciente significación cuantitativa y cualitativa, a causa de la inmigración exterior. El Presbiterio y los fieles de la Iglesia Diocesana de Madrid con su Arzobispo y sus Obispos Auxiliares constituyen una comunidad humana, reflejo muy revelador de toda la plural realidad eclesial de España. La interrelación tan intensa que se ha dado, en este período contemporáneo de historia compartida entre Iglesia y sociedad en Madrid, no podía por menos de repercutir de forma decisiva en la propia ciudad, en su configuración urbana y ciudadana y en su estilo acogedor y festivo, tan inconfundible, de recibir y tratar a los que vienen y a los que van.
¡Bienvenidos a Madrid! ¡Sentíos como en vuestra propia casa y hogar! Es la Iglesia la que os recibe con el corazón abierto: abierto a la oración por vosotros y por los frutos del Congreso –son muchas las almas y las comunidades de vida contemplativa que en Madrid nos acompañan estos días con sus plegarias–, y a la ayuda de todo orden, que podamos prestaros.
El Congreso se propone entre sus objetivos más inmediatos contribuir a que la pastoral de la Nueva Evangelización arraigue y se expanda en España por el logro de un método gozoso y misionero a la hora de la expresión y difusión del anuncio y testimonio evangelizador; y, sobre todo, por la profundización en los contenidos fundamentales de la Fe en Jesucristo, el Salvador del hombre, la BUENA NOTICIA. Él es verdaderamente EL EVANGELIO. La Archidiócesis de Madrid, empeñada como tantas diócesis hermanas, en fortalecer la fe y el testimonio misionero de todo el pueblo de Dios en esta hora de la historia de la Iglesia y de la humanidad, al filo del Tercer Milenio de nuestra Era, os ofrece su experiencia pastoral en el contexto de «su encarnación» en una ciudad en la que el gozo de proclamar y acercar el Evangelio a los pobres y a los pecadores se nos presenta con insistencia cada vez más apremiante como una aventura y un reto diario apasionantes, suscitado por el Espíritu del Señor con una fuerza espiritual que nos va ganando a todos, especialmente a los jóvenes, el alma y la vida. Y, por ello, os agradece de todo corazón todo lo que va a aportar el Congreso en luz doctrinal, en riqueza de contribuciones pastorales y en la mutua edificación fraterna en el amor mutuo y para la común misión evangelizadora.
¡Dios os lo pague!
Os encomendamos a la Madre de la Iglesia y Estrella de la Evangelización bajo la advocación con la que la honramos en Madrid: Nuestra Señora la Virgen de la Almudena, nuestra Patrona.
¡Muy felices y muy provechosos días, en el Señor!