Queridos Hermanos y Hermanas del Señor:
En el día 18 de junio próximo, Solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia en España pone ante sus ojos la vida contemplativa con ocasión de la Jornada «Pro orantibus». Es un día en que toda la iglesia también pide por los que dedican su vida a orar por la Iglesia y por el mundo.
Además, en el calendario del Jubileo del Año 2000 de la Archidiócesis de Madrid, este mismo día y solemnidad están señalados como «Jubileo en los monasterios de vida contemplativa». Los 35 Monasterios de Monjas de nuestra archidiócesis y los 3 de Monjes celebrarán en su propia casa, -como se prevé en el Decreto anejo a la Bula de convocatoria del Jubileo «Incarnationis mysterium»-, de modo significativo más que en otros días, su Jornada jubilar. Nosotros los acompañaremos en la comunión eclesial, y es probable que en ese día se acerquen hasta ellos muchos miembros del pueblo de Dios para acompañarlos también físicamente.
En los Monasterios femeninos, durante esa semana, como obispo diocesano, y con mis Obispos Auxiliares y Vicarios Episcopales, nos haremos presentes en cada uno de ellos para presidir la celebración de la Eucaristía y expresar, con este gesto, el agradecimiento de la Iglesia en Madrid y de la Iglesia universal a quienes han dedicado su vida al seguimiento del Señor en la contemplación y en la oblación oculta de sus vidas con Él, el Esposo de la Iglesia.
El lema escogido para esta Jornada por la vida consagrada contemplativa es «Huellas de la Trinidad», precisamente porque en la solemnidad de la Santísima Trinidad todos los Monasterios, y cada uno de sus monjes y monjas, nos sirven de señal para encontrar el camino en nuestra propia vida que nos conduzca a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo: Señor de la historia y Rey del universo, Cabeza de la Iglesia y Salvador del hombre.
Exhorto, pues, a todos los presbíteros que, en su homilía de la celebración eucarística de esta solemnidad, quieran hacer una mención especial a la vida contemplativa, explicando su sentido, servicio y misión en la Iglesia. Y a todas las comunidades parroquiales, y las demás comunidades de vida consagrada, que oren al Señor en esta jornada, para dar gracias a Dios por los contemplativos y para que envíe nuevas vocaciones a los Monasterios para el bien de toda la Iglesia.
Con todo afecto en el Señor,