«Siembra la paz en tu tierra»
Mis queridos niños y niñas:
Está ya muy cerca. después de haber celebrado las preciosas fiestas de Navidad, la Jornada de la Infancia Misionera, que es el día más especial que nuestra Santa Madre Iglesia ha querido dedicar a todos los niños y niñas del mundo, para recordamos que también vosotros sois misioneros de Jesús, enviados a anunciar a todos, en vuestra casa, en el colegio, con vuestras amigos, en todas partes, la gran alegría de la salvación que Él nos ha traído a la tierra. Será el domingo día 27 de este mes de enero, y tiene como lema «Siembra la paz en tu tierra», que seguro que a todos es recuerda el mensaje de la paz que, como bien sabéis, en la Nochebuena del nacimiento de Jesús, los ángeles anunciaron a los pastores de Belén: después de cantar «Gloria a Dios en el cielo», pregonaron la gran noticia de la «Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor»
Con Jesús, verdaderamente, ha llegado la paz a la tierra; sólo unidos a Él podemos gozar de ese maravilloso regalo que es la paz, porque separados de Jesús no la podemos tener, y por esa hay tantos odios y tantas guerras en el mundo. la misma Paz de Dios que había en el cielo es la que el Niño Jesús ha traído y sembrado en la tierra, y a todos sus discípulos nos llama para que esta semilla admirable la extendamos por el mundo entero, y reine así el amor verdadero, el perdón y la alegría
la mayoría de vosotros, en vísperas de Navidad, habéis tomado parte en esa Campaña tan bonita llamada «Sembradores d e Estrellas», que era como una preparación al gran día de la Infancia Misionera, que este año precisamente os pide a todos vosotros, queridos niños y niñas, que seáis «Sembradores de paz». Hoy más que nunca tenemos que ser sembradores de paz, porque en muchos lugares de la tierra no la hay, y sobre todo nos duele muy profundamente en el corazón la falta de paz en Belén, en la misma Tierra Santa donde nació y vivió Jesús, y de modo especial las consecuencias de esta falta de paz en los niños. Los niños de Belén, y de toda Palestina, y de Afganistán, y de muchos países de África, de Asía y de América, a lo largo y ancho del mundo, sufren mucho a causa de la guerra y del terrorismo, del hambre y de otros muchos males, y en este día de la Infancia Misionera todos vosotros, queridos niños y niñas que vivís en Madrid, tenéis que ser buenos misioneros y misioneras, sembradores de paz, para todos esos niños, y también para los niños que viven cerca de vosotros, y para todas las personas, pequeñas y mayores.
Os preguntaréis cómo podéis serlo. Y la respuesta os la dijo el Papa Juan Pablo II el día de Navidad, al pedimos a todos los cristianos que fijemos la mirada en el Redentor recién nacido: «En Él -nos dijo el Papa- podemos reconocer los rasgos de cada pequeño ser humano que viene a la luz, sea cual fuere su raza o nación: es el pequeño palestino y el pequeño israelí; es el bebé estadounidense y el afgano; es el hijo del hutu y el hijo del tutsi…. es el niño cualquiera que es alguien para Cristo». Y sigue diciendo el Santo Padre: «Hoy pienso en todos los pequeños del mundo: muchos, demasiados, son los niños que nacen ya condenados a sufrir, sin culpa, las consecuencias de conflictos inhumanos. ¡Salvemos a los niños, para salvar la esperanza de la Humanidad! Nos lo pide hoy con fuerza aquel Niño nacido en Belén, el Dios que se hizo hombre, para devolvemos el derecho de esperar».
¿Verdad que vais a seguir esta llamada de Juan Pablo II? Yo os animo a ello de todo corazón. De ese modo es como seréis verdaderos misioneros y misioneras. Mirando a Jesús, viviendo siempre muy cerca de Él, veréis sin duda su rostro, como dice el Papa, en todos los niños y en todas las personas, y así podréis amar a todos, como Jesús nos ama, y sembrar a vuestro alrededor, en vuestra tierra, y en el mundo entero, la paz y la alegría.
Para terminar, quiero invocar con vosotros a la Santísima Virgen, la Madre de Jesús y Madre nuestra, pidiéndole que nos ayude a todos en la Iglesia a ser misioneros como Ella, que no aparta su mirada y su corazón de Jesús, y por eso nos lo entrega a nosotros y a toda la Humanidad, pues sólo en Él está la Paz y la Salvación. Y pido también a la Virgen María, Nuestra Señora de la Almudena, que os proteja y os bendiga, a vosotros y a vuestras familias, en todos vuestros pasos
Para todos un beso muy fuerte, y mi bendición,