Queridos hermanos y amigos:
Las fiestas cercanas de Pascua me invitan a dirigirme como cada año a todos los miembros del Presbiterio diocesano para exhortaros a vivir con la profundidad que debemos el misterio del sacerdocio de Cristo del cual participamos por pura gracia y misericordia del Señor. Nuestro ser sacerdotal sólo puede comprenderse adecuadamente desde Cristo que pasó al Padre por medio de su entrega sacrificial en la que aparece al mismo tiempo como Sacerdote y Víctima. Por el sacramento del orden. Cristo vive en nosotros solicitando nuestra entrega al servicio de la Iglesia de forma que los hombres puedan experimentar lo que decía San Pablo: «Vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mi.
La Misa Crismal, que celebramos el Martes Santo, 26 de Marzo, es un ocasión única para dar gracias a Dios por el don del sacerdocio y renovar nuestros compromisos al servicio del Pueblo cristiano. Sentimos miembros del único Presbiterio diocesano y celebrar los misterios sagrados para los que fuimos ordenados servirá sin duda para acrecentar la comunión con el Obispo, con los demás sacerdotes y con la Iglesia. Por ello, os invito a participar con estos sentimientos para manifestar, como dice el Santo Padre en su Mensaje para la Cuaresma, que «el mismo amor que Dios nos tiene lleva en sí mismo la llamada a darnos, por nuestra parte, gratuitamente a los otros».
La Jornada del Martes Santo, incluirá como en años anteriores la celebración de la Penitencia en el Seminario Conciliar (C/ San Buenaventura 9) a las 10 de la mañana, la Misa Crismal en la Catedral, a las 12 horas y la comida en el mismo Seminario a las 14,30h. Me alegrará mucho la presencia de todos los sacerdotes -seculares y religiosos- y os agradezco ya desde ahora que invitéis a vuestros fieles, consagrados y lacios, a participar en la Misa Crismal que expresa con tanta fuerza el carácter sacramental de la comunión de la Iglesia.
Con todo afecto, os saludo y bendigo,