Mis queridos hermanos sacerdotes:
Se acerca ya la fiesta solemne de nuestra Patrona, Santa María de la Almudena, que es una ocasión para vivir unidos en torno a nuestra Madre como cristianos y como sacerdotes. La Madre aúna, alienta y consolida los lazos de la familia de los hijos de Dios que tiene su origen en la Redención de Cristo. Por ello, la fiesta de la Patrona de la Archidiócesis nos ofrece a todos una oportunidad siempre nueva de vivir la comunión del Cuerpo de Cristo. El inicio de los trabajos sinodales añade, además, un motivo especial a la celebración de esta solemnidad, pues la Iglesia de Madrid se dispone a vivir un acontecimiento de gracia y de comunión en el que Nuestra Señora tiene un lugar único, dado que ella no deja de acompañar a la Iglesia en su peregrinación -en su camino sinodal- a lo largo de la Historia. En sus manos de Madre podremos los trabajos del Sínodo para que ella los presente a su Hijo y nos los devuelva convertidos en frutos abundantes.
Como el año pasado, celebraremos la Eucaristía en la Plaza Mayor a las 11,30 de la mañana, al término de la cual iniciaremos la procesión con la imagen de la Virgen hasta la Iglesia Catedral. Después, como signo de fraternidad, tendremos la habitual comida en el Seminario. También como en años anteriores, la víspera de la fiesta, a las 20,30 horas en la Iglesia Catedral, tendremos una Vigilia de oración dedicada especialmente a los jóvenes que servirá para revivir el espíritu de las Jornadas de la Juventud en Toronto y mirar el presente y futuro de la evangelización que reclama todas nuestras energías para edificar la civilización del amor. Animo, por tanto, a los jóvenes, y especialmente a los que se han confirmado durante este año, a rendir culto a la Mujer nueva, a María, que se dedicó totalmente a la obra de su Hijo con un corazón siempre joven y generoso. Ella nos enseñará a edificar la Iglesia de Cristo dispuesta siempre a dar testimonio de la fe, esperanza y caridad.
Queridos sacerdotes, animad a vuestras comunidades, asociaciones y grupos apostólicos a participar en estas fiestas en honor de la Virgen de la Almudena de modo que la Iglesia en Madrid, mirándose en su Patrona, sea el «signo» de la presencia de Dios en medio de los hombres; el arca que, como María, ofrezca los tesoros de la novedad cristiana; la luz que alumbra la esperanza en esta hora del Sínodo; la fuente de agua viva donde los hombres puedan saciar su sed; y, en último término, la familia de los hijos de Dios que aprenden de la Madre a decir siempre sí a la voluntad del Padre. Entonces seremos bienaventurados como María, por haber recibido la gracia de Dios y haberla dado generosamente a nuestros hermanos los hombres.
Os saludo muy cordialmente y os bendigo.