«Iglesia diocesana, Familia misionera»
A los familiares
de los misioneros diocesanos
Mis queridos padres y familiares de los misioneros y misioneras madrileños:
Si, ante el Día dedicado a los misioneros de Madrid, os escribo a vosotros como colofón de la carta que dirijo a los alrededor de mil seiscientos misioneros y misioneras enviados a países lejanos por nuestra Iglesia diocesana, en esta ocasión los padres y familiares sois destinatarios especiales, ocupando un lugar prioritario, pues es precisamente la familia el centro de interés en este año 2006, como se anuncia ya en el lema de la Jornada, en plena sintonía con la ya cercana primera visita del Papa Benedicto XVI a España, para presidir, precisamente, el Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Valencia en los primeros días del mes de julio próximo.
En un momento como el actual, en que la familia, que nace del único matrimonio verdadero y es el santuario de toda vida humana, está siendo tan duramente atacada desde todos los flancos, sobre todo en nuestra España, la venida del Papa a Valencia, para encontrarse con las familias, es sin duda una gracia de Dios muy grande. Rezad mucho para que este Encuentro sea ocasión de abundantes frutos, para que Dios Todopoderoso, Dueño y Señor de la familia y de la vida, venga en su auxilio. Pero al mismo tiempo, junto con esta oración, es preciso que las familias cristianas, ¡vosotros especialmente que tenéis en vuestro seno la riqueza de hijos y hermanos misioneros!, mostréis en todo momento y lugar, con sencillez pero sin complejo alguno, con gozo y libertad, la belleza de vuestra vida, que nace de la fe en Jesucristo, y por eso precisamente está llena de una humanidad verdadera. Es cierto que vivimos tiempos duros para la familia, pero no dudéis de que el mal siempre será vencido con la abundancia del bien.
Este año hay también otro motivo de gozo y de esperanza en la Jornada «Madrid con sus misioneros», y es la celebración del V Centenario del nacimiento del Patrono de las Misiones, San Francisco Javier, hijo de una familia profundamente cristiana. Si vuestros hijos, hermanos y familiares misioneros tienen en San Francisco Javier un extraordinario modelo a seguir, no menos lo tenéis vosotros mismos. El modelo, en realidad, es la familia entera. Imitad a la familia del castillo de Javier, pues ella siguió el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, en la que se manifiesta, en definitiva, el misterio mismo de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a cuya imagen hemos sido creados. Por eso vosotros sois familia, y por eso nuestra Iglesia diocesana es familia, y «Familia misionera», es decir, generadora de familia, como nos dice el Papa Benedicto XVI en su bellísima encíclica «Dios es amor», al afirmar que la comunidad eclesial ha sido transformada por el Espíritu Santo «para que sea en el mundo testigo del amor del Padre, que quiere hacer de la Humanidad, en su Hijo, una sola familia».
Junto con mi aliento en vuestra vida cristiana, recibid mi saludo cordial para toda la familia, de modo especial para vuestros niños y vuestros jóvenes, por quienes debéis rezar y a quienes habéis de ayudar a seguir la vocación a la que el Señor les llama. Y no dudéis que es una gracia grande de Dios si nuevos miembros de la familia son llamados a ser misioneros, al sacerdocio o a la vida consagrada. A todos os encomiendo en mis oraciones, que pongo en manos de la intercesión de la Madre de Jesús y Madre nuestra, Santa María, Nuestra Señora de la Almudena.
Con todo afecto y mi bendición,