«Con los niños de Asia… buscamos a Jesús»
Mis queridos niños y niñas:
Estas Navidades, cuando os habéis puesto junto al belén, donde está representado el nacimiento de Jesús, seguro que habéis visto cómo los pastores se acercan a ese Portal, cueva pobre donde se refugian los animales, y que sirvió para cobijar al Hijo de Dios hecho Niño. Y habéis rezado, ¿verdad?
Rezando delante del belén, mientras contemplaba cada una de las figuras que aparecen, yo pensaba en todos esos pastorcillos, algunos de ellos niños, como vosotros, que, sin darse cuenta del todo de lo que allí, en Belén, estaba ocurriendo, buscaban a Jesús. Entre ellos se preguntarían dónde estaba ese Niño recién nacido que los ángeles les habían anunciado; y, hablando unos con otros, seguro que se ayudaron a encontrar a Jesús. Es muy hermoso pensar en aquellos pastores que, poco a poco, a veces sin encontrar bien el camino, porque era de noche, y seguramente pasando frío, pues estaban a la intemperie, se van acercando a contemplar, llenos de alegría, al Niño Jesús que acababa de nacer, de la Virgen María, junto a san José, que con tanto cariño cuidaba de la Madre y del Hijo. Cada pastor le llevaba alguna cosa que tuviera y que pensaba que fuese útil para Jesús.
Hoy también hay muchos niños que buscan a Jesús. No lo conocen, no saben quién es, no han tenido la suerte de que les hablen de su nacimiento en Belén, de su vida en Nazaret y luego de su vida pública, de sus palabras y de sus milagros, de su amor por todos, y muy especialmente por los niños, y por los enfermos, por los pobres…, de su muerte y su resurrección que nos han traído la salvación a todos los hombres. Yo también he pensado en ellos. Y contemplo con gran alegría cómo los niños de hoy también os podéis ayudar unos a otros para hacer ese camino del encuentro con Jesús. Vosotros podéis animar a vuestros amigos y compañeros a que se acerquen a Jesús. Muchos chicos de vuestro barrio, de vuestro colegio, amigos vuestros, a veces, se cansan de rezar, de ir a Misa, de ofrecer todas las cosas a Jesús; y muchos llegan a separarse de la Iglesia y no quieren ir a la catequesis o a la clase de Religión. Por eso les tenéis que ayudar vosotros, les tienes que ayudar tú y, como los pastores de Belén, buscar con ellos de nuevo a Jesús.
Pensando en todo esto, he dado gracias a Dios porque, en Madrid, sois muchos los niños que conocéis y amáis a Jesús. Le tenéis presente en vuestra vida. Rezáis con cariño por las personas que queréis, y por todas las personas del mundo, sobre todo por las que más lo necesitan. ¡Dadle vosotros también las gracias! ¡Dadle gracias por haber nacido en una familia cristiana! Todos debemos dar gracias a Dios por todo lo que nos quiere, por todo lo que nos da. Cuando estamos tristes, Jesús nos da su alegría; cuando estamos solos, Jesús nos quita los miedos; cuando tenemos un problema, Jesús nos ilumina para solucionarlo; y cuando estamos contentos y todo nos sale bien, Jesús se alegra con nosotros.
Este domingo, vamos a celebrar la Jornada de la Infancia Misionera, que nos recuerda que, en muchos lugares del mundo, muchísimos niños no conocen esta alegría de conocer y de amar a Jesús, ¡de conocer que Jesús, el Hijo de Dios y de la Virgen María, les ama hasta dar la vida por ellos! Y esos niños buscan un sentido a su vida, una razón para estar contentos de verdad, un motivo por el que esforzarse, desde que se levantan por la mañana, en hacer las cosas bien. Y no conocen a Jesús, al Único que da pleno sentido a la vida y hace posible la alegría verdadera y las ganas para hacer siempre el bien. Pensad en países como la India, la China, el Japón… Todos ellos están en Asia. Son países con muchos niños, pero muy pocos son cristianos. Por eso os pido que penséis en ellos y os sintáis muy unidos a ellos, que recéis por ellos y les ayudéis con la mejor ayuda: vivir aquí, en vuestra casa y en vuestro colegio y con vuestros amigos, muy unidos a Jesús, y con Jesús estaréis también muy unidos a ellos.
En este día de la Infancia Misionera muy especialmente, pero también a lo largo de todo el año, rezad por todos esos niños, que aunque no lo sepan es a Jesús a quien buscan. Y pedid por los misioneros que ya están con ellos, para que les anuncien sin descanso que Jesús está con ellos y los ama, y cada día haya más niños que tengan la inmensa alegría de llegar a conocer a Jesús. Y podéis ayudarles también con alguna limosna, haciendo algún sacrificio. Con este dinero se pueden hacer muchas cosas para los niños de aquellos países, comprarles catecismos, o traducir la Biblia a sus idiomas, o construir iglesias y locales para la catequesis… ¡Podéis ser ya misioneros con ellos! Y quizás un día también os llame Jesús para ser misioneros como ellos, en alguno de esos inmensos países de Asia. A quienes sintáis esta llamada, no dudéis en decirle un “Sí” muy grande a Jesús. No hay alegría mayor en la vida.
Pido a la Virgen María que cuide de cada uno de vosotros como cuidó del Niño Jesús. Le pido que os ayude a buscar siempre el amor de Dios y a tener la alegría de los pastores de Belén cuando encontraron a Jesús, y como ellos lo anunciéis a todos, en casa y en el colegio, en todas partes, y que lo hagáis siguiendo el camino que a cada uno os indique el Señor. A Él le pido también, con la intercesión de la Virgen, Nuestra Señora de la Almudena, por vuestras familias. Y todos vosotros pedid también por mí al Señor.
Con un beso para todos, recibid mi bendición,