Carta Pastoral del Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Antonio Mª Rouco Varela,
Cardenal Arzobispo de Madrid,
con motivo de la LII Campaña contra el hambre de Manos Unidas.
Madrid, 13 de febrero de 2011
“Su mañana es hoy”
Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Uno año más os escribo con motivo de la “Campaña contra el hambre” que, organizada por Manos Unidas, celebra la Iglesia en España este domingo. Esta Campaña, LII de su historia, nos invita a poner la mirada en los más pequeños. Es una invitación muy adecuada, pues observamos con dolor cómo la vida de los más débiles, los niños, que debería estar especialmente protegida, se encuentra sin embargo desprotegida. Resulta sobrecogedor conocer que una inmensa multitud de niños menores de cinco años mueren cada día en el mundo. Entre las causas de estas desgraciadas muertes, evitables, destacan las pésimas condiciones de higiene y sanidad en que madres e hijos viven antes, durante y después del parto. La pobreza material y la deficiente distribución de los bienes, son las responsables en gran medida de que muchas familias no tengan los medios técnicos indispensables que reducirían al mínimo las muertes antes de los cinco años, periodo de mayor peligro para los niños, sobre todo los recién nacidos.
Cada vida es un don precioso que ha de ser acogido y cuidado. Esto requiere que todos colaboremos en la defensa de la vida desde la concepción, especialmente en el momento de la gestación, y en estos primeros años de vida. El Papa Benedicto XVI ha afirmado en su encíclica Caritas in veritate que “la apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo” (nº 28). Ciertamente, sin esta apertura y protección de la vida el resto de los esfuerzos por ayudar al desarrollo carece de fundamento. Si la vida no es acogida desde el primer momento, cuando es más débil, ¿cómo vamos a cuidar de su desarrollo en el resto de sus etapas? ¿No resulta contradictorio pretender cuidar de los niños mañana, privándoles de la vida hoy? Su mañana es hoy. La preocupación que causa la mortalidad infantil en los países subdesarrollados está de este modo estrechamente unida a otra preocupación provocada por una terrible desgracia: el drama de la normalización del aborto en los países más ricos y desarrollados. Como nos recuerda Caritas in veritate, “cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre” (nº 28).
“Dejad que los niños se acerquen a mí” (Mc 10,14) decía Jesús. La predilección del Señor por los más débiles y pequeños debe movernos a recibir toda vida humana y a protegerla con todo vigor, de modo particular en su estadio más frágil. Con este fin os invito a todos a participar con generosidad en esta nueva Campaña de Manos Unidas.
Que la Virgen María, Nuestra Señora de la Almudena, que acogió al Niño Jesús y cuidó de él con solicitud materna, mueva los corazones de los hombres para que trabajemos sin descanso a favor de los niños.
Con todo afecto y mi bendición,