La Fiesta de Santiago Apóstol
Memoria cristiana de España en el 2011
Madrid, 23 de Julio de 2011
Mis queridos hermanos y amigos:
En la solemnidad de Santiago Apóstol la Iglesia en España hace siempre memoria de sus raíces y pasado cristiano, pidiendo a “Dios todopoderoso y eterno” −como reza la oración-colecta de la Liturgia en la edición española del Misal Romano− que sea fortalecida y que, “por su patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos”.
La Iglesia se edifica constantemente sobre una memoria hecha actualidad incesante en el Sacramento de la Eucaristía: la memoria de la Pascua de Jesucristo Nuestro Señor, es decir, del Misterio de su Crucifixión, Muerte y Resurrección. Lo anuncia, lo celebra y lo vive desde el momento inicial de su historia, cuando Pedro y los demás apóstoles “daban testimonio” en Jerusalén “de la Resurrección del Señor con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo”. Desde ese comienzo de la predicación apostólica, se despliega la historia viva de la Iglesia enraizada y fundamentada en la predicación de “los Doce” bajo la autoridad de Pedro, que es tanto más auténticamente cristiana, cuanto más se muestra y se difunde entre los hombres en continuidad fiel con los orígenes apostólicos.
Cuestión primordial −de “ser o no ser”− para cualquier Iglesia local, implantada y actuando en cualquier pueblo o nación de la tierra, es, por tanto, la de la fidelidad a sus principios apostólicos en la fe, en los sacramentos y en la apertura del alma de sus hijos a la gracia y a los dones del Espíritu Santo para vivir la vida nueva del Evangelio. Vida que se realiza en la búsqueda de la perfección de la caridad en todos los instantes y en todas las circunstancia de la existencia del hombre en el mundo.
Lo es, consiguientemente, para la Iglesia en España, máxime, al hacer “memoria” especial y expresa de sus orígenes en el retorno anual de la Festividad de su Patrono, el Apóstol Santiago, su principal Evangelizador. ¿Cómo está el grado de su fidelidad a Cristo? ¡Es también su cuestión vital hoy, en el 2011! Naturalmente, la pregunta se referirá, en primer lugar, a los que son y se consideran miembros suyos; pero, en segundo lugar, a cualquier ciudadano de España y a la sociedad española en su conjunto. Porque la forma real como ejerció Santiago su papel del Apóstol que trajo el Evangelio a la vieja “Hispania” romana y del Patrono que sostuvo y alentó a los españoles en la respuesta de la fe a lo largo de su bimilenaria historia, dramática, esperanzadora y vigorosa, a la vez, dio el resultado social, cultural y religioso durante largos siglos −la mayoría de su pasado− de un pueblo y de una nación, profunda y poco menos que unánimemente cristiana y católica. Julián Marías ha podido decir con agudeza luminosa en su obra −“España inteligible. Razón histórica de las Españas”− que: “España se constituye animada por un proyecto histórico que es su identificación con el cristianismo”[1]
Para la Iglesia en España se presenta pues como un deber pastoral primordial, siempre que celebra la Festividad de Santiago Apóstol, hacer examen de conciencia sobre cómo está su respuesta obediente y entregada a la llamada del Señor a evangelizar, a santificar y a propagar aquella buena noticia de la salvación, recibida en los comienzos mismos de la predicación apostólica, en la situación concreta y actual de la vida de las personas, de las familias y de la sociedad española.
La pregunta hecha en el año 2011, a escasamente un mes de la llegada del Papa a Madrid para presidir la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, reviste una peculiar urgencia. ¿Cómo se encuentra el estado de la fe de nuestros jóvenes en los días últimos de su preparación? La peregrinación por todas las Diócesis de España de la Cruz y del Icono de la Virgen, confiados ambos por Juan Pablo II a los jóvenes de la Iglesia en el año 1985, él de la primera de las Jornadas Mundiales de la Juventud, nos permite arriesgar un juicio positivo y alentador: la fe en Jesucristo, Redentor del hombre, está viva y operante en nuestros jóvenes, dispuestos, incluso, a ser sus testigos ¡valientes y decididos! Y no son pocos. Es verdad que entre ellos hay muchos que han olvidado a Cristo; otros, en cuyas vidas, no juega ningún papel, o no lo han conocido; incuso no faltan quienes lo combaten. La celebración de esta nueva Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, vuelve a ser para nosotros una nueva y extraordinaria gracia del Señor, 22 años después de su celebración en Santiago de Compostela −¡en el Monte del Gozo!− de imborrable recuerdo y abundante en frutos de conversión y de vocaciones para el sacerdocio, la vida consagrada, para el matrimonio y la familia cristiana. Vamos pues a aprovecharla para un nuevo renacimiento de una fe fiel y firme y de una esperanza preparada para beber “el cáliz” que Cristo bebió, siguiendo el ejemplo del Apóstol Santiago, es decir, sin miedo a los enemigos de la Cruz de Cristo. ¡Sin “someterse” a ellos, siguiendo el ejemplo de San Pablo! Y, sobre todo, hagamos de la JMJ 2011 en Madrid la hora de la caridad ardiente que en el testimonio del amor de Cristo no conoce fronteras, ni interiores, ni exteriores, que se da a todos, especialmente, a los más necesitados en el alma y en el cuerpo, en pura correspondencia al amor de su Sagrado Corazón.
Nuestra plegaria debería centrarse en esta Solemnidad de nuestro Patrono, el Apóstol Santiago, del 25 de julio del año 2011, en la actual generación de los jóvenes de España, confiando nuestra súplica al amor maternal de Santa María, la Virgen y Madre de España, ¡su Madre del Cielo!, y a la intercesión poderosa del Hijo del Zebedeo, Santiago, ¡que los jóvenes de España “se mantengan fieles a Cristo hasta el final de los tiempos” y que la Jornada Mundial de la Juventud 2011 en la tercera semana del próximo agosto les sirva para un nuevo y más hondo encuentro con el Señor Jesucristo que los quiere y busca sin pedirles nada a cambio, salvo el sí de su corazón! ¡Que los días de gracia y gozo cristiano de la JMJ de Madrid, siempre prodigiosos, hagan más profunda verdad en sus vidas el lema de la misma: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”!
Son muy bellas las últimas palabras del Beato Juan Pablo II en el rezo del Ángelus en “el Monte del Gozo” al finalizar la gran Eucaristía de la IV Jornada Mundial de la Juventud de Santiago de Compostela, al despedirse de los jóvenes peregrinos. ¡Que bien nos servirían para inspirar hoy nuestra oración por la JMJ 2011 de Madrid!:
“Que la Virgen sea ahora y siempre nuestra estrella y protección. Amadla como Madre que es. ¡Madre de Cristo y Madre nuestra! Y que el Señor Santiago haga de vosotros y de vosotras testigos fieles y decididos; testigos de perdón, de paz y de misericordia; testigos que prefieren construir sobre el cimiento sólido del amor y de la bondad; testigos que aguardan con paciente y, a veces, doliente confianza la venida del Señor”. “¡Mira la estrella, invoca a María!
Con todo afecto y mi bendición,
[1] Madrid, 2002, pág. 416