Palabras del Cardenal Arzobispo de Madrid al Santo Padre en la audiencia celebrada esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano

Gracias de corazón, querido Santo Padre, por habernos encargado
la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud 2011

Roma, Lunes 6 de abril de 2009; 12’00 horas


“Aquí están los jóvenes de Madrid junto con otros jóvenes de España, que ayer después de la solemne celebración del Domingo de Ramos han recibido de manos de los jóvenes de Sidney la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y el Icono de la Virgen que siempre la acompaña.

¡Gracias, Santo Padre! ¡Gracias de corazón, querido Santo Padre por habernos encargado la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud 2011! Habéis confiado en nosotros y no queremos defraudaros. Aquí estamos dispuestos a portar esa Cruz que ha guiado a los jóvenes católicos por todos los caminos de la tierra en esa incesante peregrinación de fe, esperanza y amor a Jesucristo y a sus hermanos, los jóvenes del mundo, que se iniciaba en Roma en 1986, proseguía en Buenos Aires en 1987 y que, desde Santiago de Compostela en 1989, encontraba definitivamente el ritmo humano y espiritual del humilde peregrino y, a la vez, del valiente testigo del Evangelio, que la conduciría hasta Sidney en julio del año pasado 2008, pasando por Czestochowa, Denver, Manila, París, Roma, Toronto y Colonia. Aquí estamos para ofreceros, querido Santo Padre, nuestro firme compromiso de llevarla hasta Madrid en agosto del 2011, fieles al Espíritu que inspiró al Siervo de Dios, Juan Pablo II, al iniciar las Jornadas Mundiales de la Juventud y que Vuestra Santidad ha asumido con la clarividencia evangélica del Supremo Pastor de la Iglesia en tiempos difíciles y, sobre todo, con el exquisito amor que siente un padre por sus hijos más jóvenes. Sí ¡el Papa Benedicto XVI ama a los jóvenes!

Mostraremos la Cruz, donde se encuentra “clavada la salvación del mundo”, sin temor alguno, a los jóvenes de España y de otras patrias y naciones hermanas; les invitaremos a que miren a Aquél, cuyo costado ha sido traspasado por la lanza del soldado romano, con los ojos iluminados por la fe, y les diremos con las bellas palabras de Su Santidad en la Encíclica “Deus caritas est”, que “poner la mirada en el costado traspasado de Cristo… ayuda a comprender que Dios es amor” y que “es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad” y que sólo “a partir de allí” se puede saber y definir lo que es el amor. Más aún, les diremos que sólo “desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar”.

Llevaremos la Cruz con un nuevo y renovado afán misionero, como el de Francisco Javier y el de los incontables jóvenes misioneros españoles que anunciaron y predicaron a Cristo en todos los Continentes de la tierra durante siglos, hasta hoy mismo, especialmente en la América hermana -sin exceptuar a Australia-, y preparados a dar la propia sangre por Cristo. La mostraremos como el signo de la verdadera y gran esperanza para el presente y el futuro de todos los jóvenes del mundo. Lo haremos como testigos auténticos de la Buena Noticia tras el triunfo pascual del Crucificado, de Jesucristo, nuestra esperanza, la esperanza que no defrauda. Testigos en cuyas vidas ha germinado y fructificado la gracia del Resucitado. Testigos que no tienen miedo a ser santos.

Querido Santo Padre, gracias también muy sentidas por habernos concedido este precioso tiempo de Vuestra Santidad para este encuentro con los jóvenes de Madrid y de España, junto con otros compañeros de Australia y de toda la Iglesia. Gracias, sobre todo, por vuestras palabras, que nos ayudarán a vivir esta nueva etapa de las Jornadas Mundiales de la Juventud como verdaderos peregrinos del Evangelio de la Esperanza y como sus testigos apasionados, al estilo de Pablo, para llegar a la meta, la 24ª Jornada Mundial en Madrid, al año 2011, bien arraigados y edificados en Cristo; firmes en la fe.

Y, queríamos decirle, finalmente, querido Santo Padre: ¡los jóvenes de España están con el Papa! Lo han estado en algunos momentos dolorosos para Su Santidad, todavía recientes en nuestra memoria; lo están especialmente hoy, al iniciar la peregrinación con la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud por España, y lo estarán siempre. ¡Cuente con ellos, querido Santo Padre! ¡Cuente con nosotros!”.