«La familia, creadora de humanidad»
Muy queridas familias:
Cerca ya la Fiesta de la Natividad del Señor os envío a todas las familias de la Archidiócesis mi saludo más cordial y mi felicitación; os deseo una ¡muy feliz Navidad! El Hijo de Dios se encarna y nace de María la Virgen para compartir nuestra humanidad y conducirnos así «de las tinieblas a su luz admirable». Siendo Dios quiso nacer, crecer y vivir en una familia. Que el júbilo por el nacimiento de Jesús y el gozo de vuestros encuentros familiares y comunitarios en estas fiestas fortifique vuestras relaciones y haga vuestras vidas ricas en frutos de amor, de paz, de felicidad y de bien.
El domingo, día 28, Fiesta de la Sagrada Familia, celebramos en nuestra Diócesis, y en todas las de España, el «Día de la Familia», bajo el lema: «la familia, creadora de humanidad». Os invito cordialmente a la celebración de la Eucaristía que tendrá lugar ese día, a las 12, en la Catedral de la Almudena. Deseo que sea un «Día de la Familia» en el que, contemplando a Jesucristo y a la Sagrada Familia de Nazaret, os hagáis más gozosamente conscientes de vuestro ser y de vuestra misión: «hacer hijos de Dios» para la Iglesia y para la sociedad.
Vuestra familia, cada familia, es fuente y camino de amor y de vida. Al naceros un hijo o una hija, sois como una nueva Navidad. La vida que vosotros comunicáis no es sólo una realidad biológica; es la vida de una persona, cuyo destino es participar en la plenitud de vida del Hijo de Dios en un amor que no pasa, en una vida que es divina y eterna. ¡Qué vocación tan grande la vuestra: «hacer» personas, «crear humanidad», con la fuerza de Dios que actúa en vosotras!
Al iniciar el año 1998, dedicado especialmente al Espíritu Santo, en este «Día de la Familia» y «movidos por el Espíritu», deseo presentar al Padre las familias de toda la Archidiócesis. Encomiendo especialmente las que viven en dificultades económicas y, sobre todo, morales; aquellas en las que el amor y la unión se ha hecho difícil o se ha apagado; las familias rotas; los niños y jóvenes desatendidos por sus padres; las que han perdido la esperanza de reencontrarse en la misericordia y el amor; y cuya soledad sufren peculiarmente en estos días.
Como Obispo de esta Diócesis, deseo y os pido cuanto esté de vuestra parte para que el año 1998, dedicado a la reflexión sobre el Espíritu Santo, su presencia y acción en la Iglesia y en las familias «pequeñas iglesias», cristalice en las parroquias, colegios confesionales y demás comunidades cristianas; que surjan dinamismos y acciones de pastoral familiar: como los «equipos de acogida de los alejados» que vienen a solicitar los sacramentos; los grupos de formación permanente y de acompañamiento de los matrimonios, en especial los más jóvenes. Todos debemos avanzar para que la familia esté en el centro de las preocupaciones de toda comunidad, de modo que la pastoral familiar, como dice Juan Pablo II, se sitúe en el «corazón de la evangelización»:
La familia -ha insistido el Papa en Río de Janeiro (3.10.97)- «es el ámbito privilegiado para hacer crecer todas las potencialidades personales y sociales que el hombre lleva inscritas en su ser»; por esto «es necesario dar prioridad a programas de pastoral que promuevan la formación de hogares plenamente cristianos». Junto con él también yo os digo «a cada familia humana: `escucha, mira: Dios quiere que seas bella, que vivas la plenitud de la dignidad humana y de la santidad de Cristo; que estés al servicio del amor y de la vida. Fuiste fundada por el Creador y santificada por el Espíritu Paráclito, para que seas la esperanza de todas las naciones» (4.10.97).
Que la Santa Familia de Nazaret, el Niño Jesús, la Virgen Madre y San José estén siempre presentes en vuestros hogares y os hagan a vosotras, queridas familias de Madrid, gozosas portadoras de humanidad, de amor, de vida y de paz, para las demás familias y comunidades de la Archidiócesis, para esta ciudad y para el mundo entero.
De nuevo os deseo unas muy felices fiestas de Navidad, un gozoso «Día de la Familia» y un Año Nuevo 1998 rebosante del gozo y de la fortaleza del Espíritu Santo.
Os saluda y bendice cordialmente, vuestro