Queridos hermanos en el Señor:
Siguiendo las orientaciones y el ejemplo del Santo Padre, hemos convocado una vigilia extraordinaria por la paz, que tendrá lugar el próximo 23 de Enero, a las 19,30 en la Santa Iglesia Catedral. El Santo Padre, como sabéis, ha invitado a los representantes de las religiones del mundo a acudir a Asís el día 24 de Enero para orar por la paz que se encuentra tan amenazada en estos momentos decisivos y dramáticos de nuestra historia- Como Obispo de Madrid, os invito a incorporaros en la víspera de ese encuentro a la vigilia exiraordinaria con el fin de sentir con la Iglesia, y con el Vicario de Cristo, y aportar nuestra oración diocesana para que el don de la paz de Cristo, ganado con su sangre, se establezca en el corazón de cada hombre y de todos pueblos. Pido también, a los párrocos y rectores de Iglesia que en sus propias comunidades se ore intensamente el mismo día 23 de Enero de modo que toda la diócesis se convierta en un solo corazón y una sola alma que suplica al Padre todopoderoso el don preciado de la paz.
Recientemente, con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz, del 1 de Enero, Juan Pablo II nos recordaba que la oración por la paz no es «un elemento que ‘viene después’ del compromiso por la paz. Al contrario, está en el corazón mismo del esfuerzo por la edificación de una paz en el orden, en la justicia y en la libertad. Orar por la paz significa abrir el corazón humano a la irrupción del poder renovador de Dios. Con la fuerza vivificante de su gracia, Dios puede abrir caminos a la paz allí donde sólo hay obstáculos y obstrucciones» (Mensaje de Su Santidad, 14). La mejor forma de afianzar esta convicción en el poder de la oración y de la gracia es orar, pedir y suplicar a quien tiene en sus manos los designios de la historia. Por ello, le invocamos para que el terrorismo y Todo germen de violencia desaparezca de España y de todos los pueblos de la tierra y convierta el corazón de quienes, como instrumentos de las fuerzas del mal, se empeñan tenazmente en oponerse a la ley de Dios mediante la muerte y el odio entre hermanos. Queremos manifestar también nuestra profunda comunión con los pueblos que están en guerra o cuya paz es tan frágil que puede quebrarse fácilmente, orando juntos en intensa plegaria bajo la mirada de la Madre de la Paz, y de la Unidad quien, al pie de la cruz, es el símbolo de la Iglesia que espera a que los Hijos de Dios dispersos, y separados a veces por el odio y la discordia, se reúnan de nuevo en torno a quien, muriendo por todos, ha derribado para siempre el muro que separa a unos de otros
Acoged, queridos hermanos, esta invitación en vuestro corazón, dadla a conocer en vuestras comunidades parroquiales, asociaciones y movimientos apostólicos, y acudid el día 21 de Enero con un corazón convertido a la paz de Cristo, de forma que nuestra oración comunitaria sea agradable al Señor y alcance de su misericordia la paz que es el fruto de la justicia y del perdón verdaderos.
Con iodo afecto en el Señor y mi bendición,