Queridos diocesanos:
La cercanía de la Semana Santa es una ocasión muy propicia para dirigirme a todos vosotros y exhortaros a vivir unidos a Cristo que se dispone a pasar al Padre mediante el sacrificio de su vida. El itinerario espiritual de la Cuaresma nos permite identificamos con los sentimientos de Cristo que carga con su cruz puesta sobre sus hombros a causa de nuestros pecados. Os invito, pues, a realizar obras de caridad y penitencia con la mirada siempre puesta en Cristo Redentor.
Mirar a Cristo y apropiarnos de sus sentimientos es el objeto de una de las prácticas más hermosas de la piedad cristiana: el Vía Crucis. Durante el tiempo de Cuaresma y Pasión, este ejercicio de devoción atrae con frecuencia la atención de los fíeles deseosos de conocer mejor a Cristo y vivir en su seguimiento fiel. Como un acto de Iglesia diocesana, hemos querido desde hace unos años celebrar un Vía Crucis público para testimoniar la fe, pedir perdón por nuestros pecados y prepararnos a la celebración de Triduo Pascual. Este año celebraremos el Santo Vía Crucis el Miércoles Santo, 27 de Marzo, a las 19’30 horas en la Plaza de Oriente.
Os invito pues encarecidamente a participar en este acto de piedad cristiana que nos recuerda a quién debemos la vida eterna que brota de la Cruz gloriosa de Cristo. Me dirijo a los párrocos, sacerdotes, responsables de comunidades religiosas, institutos seculares y de vida consagrada, delegaciones diocesanas, cofradías, asociaciones y movimientos, y a todos los fieles de la Archidiócesis de Madrid. Ocasiones como ésta, en la que pediremos la paz y reconciliación de los hombres en momentos tan difíciles como los que pasamos, acrecientan nuestro sentido de Iglesia diocesana que camina hacia la Pascua y se convierte así para todos los hombres en signo elocuente del Pueblo de Dios que peregrina a través de la historia
Os deseo una santa Cuaresma llena de frutos de caridad, penitencia y justicia. Os deseo la renovación de vuestra vida cristiana de forma que la Pascua nos encuentre preparados a vivir el gozo renovado de nuestra salvación.
Con todo afecto y mi bendición,