«Comparte los frutos de la paz»
Mis queridos niños y niñas:
Todavía con el buen sabor en el paladar de los dulces navideños, con la Ilusión de los recién estrenados juegos y otros regalos de¡ Día de Reyes, y sobre todo con el corazón iluminado por la Luz que ha derramado sobre todos nosotros la gozosa celebración de la Navidad: el nacimiento del Niño Dios en Belén, Jesús Hijo de Dios y de la Virgen María, que viene a salvarnos, nos acercamos, como todos los años por estas fechas, a la celebración de la Jornada de la Infancia Misionera, el próximo domingo 26 de este mes de enero.
Como vuestra buena memoria os recuerda, este día, llamado también de la «Santa Infancia», ha sido establecido por la Iglesia, nuestra Madre, como «Jornada de los niños», y no para tener simplemente un día de fiesta, sino para tener el corazón y la inteligencia muy abiertos a la llamada que a todos vosotros, mis queridos niños y niñas os hace Jesús para ser verdaderos misioneros y misioneras, es decir, para compartir con los demás, desde vuestros hermanos, amigos y compañeros hasta los niños de los países más lejanos del mundo, lo más grande que tenéis, esa Luz maravillosa que nos ha traído Jesús viniendo a vivir con nosotros, que es la fe, la esperanza y la caridad, ese Amor inmenso que abraza a todos, como Jesús abriendo sus brazos en la Cruz para salvar a toda la Humanidad.
¿Y sabéis qué sucede cuando somos iluminados por esta Luz maravillosa? ¡Que viene la paz a nuestro corazón, y entonces podernos sembrarla a nuestro alrededor, para que se extienda hasta los confines de la tierra! En el mundo hace mucha falta la paz. En el mismo país de Jesús, el «Príncipe de la paz», en Tierra Santa, están enfrentados por el odio judíos y palestinos, y desde hace ya mucho tiempo hay muerte, dolor y destrucción, con una violencia que parece no tener fin. Y ahora existe también, muy cerca de allí, la amenaza de una guerra contra Irak, que puede producir mucho más dolor, muchas más muertes y mucha más destrucción. El Papa Juan Pablo II -que nos visitará, Dios mediante, la próxima primavera- no deja de pedir a los Jefes de las naciones que no hagan la guerra, y sobre todo reza, y nos pide a todos que recemos mucho por la paz, En esta Jornada de la Infancia Misionera debemos orar corno nos pide el Papa, con todas nuestras fuerzas, por el don precioso de la paz, en estos lugares, en África, y en otras muchas partes del mundo. Porque la paz es un don, un regalo que sólo Dios puede darnos, y que hay que acogerlo con el corazón abierto de par en par, como hicieron ¡os pastores de Belén cuando los ángeles les anunciaron el nacimiento de Jesús y cantaron, precisamente; «¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor!»,
Queridos niños, ser misioneros y misioneras es acoger este precioso regalo de la paz que nos ha traído Jesús, y que es en realidad Él mismo, que vive entre nosotros, y dentro de nosotros por los sacramentos de la Iglesia, y compartirlo con los demás. Gracias a Jesús, que «es nuestra Paz», como nos dice el apóstol San Pablo, tenemos los frutos de la paz que son la alegría verdadera, la de la fe, porque sabemos que Dios nos ama y nos ponemos en sus manos, la esperanza y el amor a todos, de tal modo que en casa, en el colegio y en todas partes podemos vivir más felices y hacer felices a los demás. ¿Verdad que queréis que todos las hombres de¡ mundo entero puedan vivir así?
Todos los años, ¡a Jornada de la Infancia Misionera tiene un terna, y en esta ocasión el escogido es éste: «Comparte los frutos de la paz», Ya estuvisteis preparando en Navidades, de algún modo, este día con la Campaña «Sembradores de estrellas», en la que muchos habéis participado, en las parroquias y en los colegios, y aquel día os sentisteis misioneros y misioneras anunciando a todos por la calle, como los misioneros en los países lejanos, que Dios se ha hecho hombre y ha nacido para traernos a los hombres la verdadera Paz que tanto necesitamos, y llevando así a todos hasta Jesús. Esto es compartir los frutos de la paz, porque haciendo que todos nos acerquemos a Jesús, siguiéndole y estando con Él como verdaderos amigos y discípulos suyos, podemos vivir esa alegría de la salvación, esos frutos maravillosos de la Paz.
Cuando estamos contentos, ¿verdad que deseamos transmitir a todos esa alegría? Eso es precisamente lo que en esta Jornada de la Santa Infancia nos pide la Iglesia que hagamos. Primero, en casa, después en el colegio, con nuestros amigos y con todos, Y esto es sólo el comienza, pues la abundancia de los frutos de la paz de que disfrutamos con Jesús es tan grande que debe llegar a todos los niños de¡ mundo. Como nos cuentan los periódicos y vemos en la tele, hay muchos, muchísimos niños que no tienen estos frutos, que pasan hambre y hasta mueren de hambre, y de muchas enfermedades, y niños también que lo único que les han enseñado es algo tan horrible como coger armas y aprender a matar, ¿Verdad que tenemos que hacer llegar a todos, y cuanto antes, los frutos de la paz? Pedidle al Señor que así sea. Y pedídselo acudiendo, llenos de confianza a la Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Rezad conmigo, queridos niños y niñas, a la Santísima Virgen, para que como Ella todos vivamos muy cerca de Jesús y nos llenemos de su paz y de todos los bienes que sólo Él puede darnos, para compartirlos con todos y construir un mundo donde reine el amor y la paz. Que Ella, Nuestra Señora de la Almudena, os proteja y os bendiga a todos vosotros y a vuestras familias.
Para todos un beso muy fuerte, y mi bendición.