Catedral de La Almudena
Al terminar este funeral por la víctimas del 11 de marzo: ¡muchas gracias a todos!
Como Pastor de esta querida diócesis de Madrid deseo agradecer de corazón al Santo Padre, Juan Pablo II, la especial intensidad y cercanía con la que ha orado y ora por nosotros, en particular, por las familias afectadas y sumidas en el dolor, por la paz de España y por la desaparición del terrorismo. Mi gratitud se extiende a tantos hermanos obispos que, desde el todo el orbe católico, individualmente y a través de las Conferencias Episcopales, han querido unirse espiritualmente a quienes sufren y a la Iglesia que peregrina en Madrid y en España. Es consoladora la comunión universal de la Iglesia en la caridad, representada también aquí por los señores cardenales y obispos concelebrantes, junto con el señor Nuncio de Su Santidad.
Creo que expreso también, sin duda ninguna, los sentimientos más sinceros de Sus Majestades los Reyes y de su familia, del Gobierno en funciones y de las demás autoridades del Estado, de las familias de los fallecidos y de los heridos, por quienes hemos orado, así como del pueblo de Madrid y de toda España, agradeciendo de modo particular su presencia hoy aquí a tantas y tan distinguidas personalidades que han querido acompañarnos en estos momentos de dolor en representación de gentes y pueblos amigos de todo el mundo.
Señoras, señores, ¡no olvidaremos fácilmente esta jornada de verdadera fraternidad y de apoyo ante la adversidad!. Que Dios se lo pague a todos. Que él les bendiga con su dones y otorgue a sus pueblos y a todos los del mundo la paz.