“Madres sanas, derecho y esperanza”
Mis queridos hermanos y amigos:
Un año más, la Iglesia en España, celebra la Campaña contra el hambre. Año tras año Manos Unidas ha promovido esta campaña para sensibilizar nuestra conciencia ante tanta injusticia y pobreza en el mundo. La Iglesia contempla los problemas de los hombres con la mirada de Cristo, los hace suyos en la oración individual y comunitaria y busca soluciones para los mismos. Así nació Manos Unidas: de la oración y del trabajo apostólico de las mujeres de Acción Católica General. Y así continúa su misión, iluminando los problemas desde la fe en Cristo.
La Iglesia nos hace sensibles a las necesidades de los hombres, especialmente de los más pobres. Es preciso dejarnos interpelar por los problemas de los hombres para descubrir que el mundo en que vivimos es tarea y responsabilidad nuestra. “¿Soy yo, acaso, el guardián de mi hermano?” (Gen 4, 10) dijo Caín a Dios que le preguntaba por Abel, a quien acababa de matar. Dios no contesta en ese momento, pero la pregunta misma es ya una llamada de atención a nuestro modo de preocuparnos por nuestros hermanos. Sí, Caín es guardián de su hermano Abel, como todos somos responsables de nuestros hermanos que viven en el mundo y que tantas veces padecen situaciones de verdadera angustia y dolor.
Manos Unidas nos propone el lema: “Madres sanas, derecho y esperanza”. Se trata de prestar atención a un problema absolutamente fundamental para la promoción de un mundo más justo y solidario, el cuidado de las madres. Son ellas las que, en la mayoría de las situaciones sacan adelante la familia, y no sólo en el campo afectivo y educacional, sino también en el ámbito económico y de supervivencia.
La situación de injusticia y de desprecio en la que viven las mujeres de muchas partes del mundo se agrava, sin duda, en los países del tercer mundo, donde la pobreza exige en muchas ocasiones que se vean solas a la hora de sacar adelante los hijos. La mortalidad materna, tan extraña en situaciones normales de nuestro mundo occidental, alcanza números impresionantes en los países en vías de desarrollo. A lo que debemos unir la mortalidad infantil en proporciones inconcebibles y es causada por enfermedades y problemas con fácil solución.
Por ello Manos Unidas hace bien en poner el acento este año 2008 en la preocupación por las madres. Ser madre debe ser siempre un derecho libre y gozoso para la mujer. Pero tiene que serlo porque se trate de una experiencia segura para sí misma y para sus hijos. No podemos ni debemos cerrar los ojos y mucho menos el corazón ante esta grave situación que se da en gran parte de nuestro mundo.
Defender la salud de la madre es proclamar el derecho de los hijos a vivir en un ambiente de amor, sintiéndose amados por lo que son y no por lo que aportan o tienen. Defender el derecho de la mujer a ser atendida médicamente durante el tiempo de su embarazo y en su maternidad es ayudarle a que no peligre su vida ni la de sus hijos y por ello es un derecho que se convierte en una esperanza para una sociedad que necesita de la familia para poder progresar en su situación económica y social.
Animo cordialmente a todos los fieles de Madrid a colaborar con generosidad en esta nueva campaña. Son muchos los sitios donde son necesarios dispensarios y hospitales en los que las mujeres puedan ser atendidas con higiene y dignidad. También la formación integral de la mujer, incluida su formación cristiana en los países que comparten nuestra fe, es un instrumento imprescindible para el cambio de mentalidad y de forma de vivir la maternidad y la vida de familia. Todo el dinero que se invierta en remediar estas necesidades siempre será poco. Cuidar de una madre es cuidar de toda una sociedad, porque la madre es el corazón y el alma de la familia, en la que el hombre aprende a ser persona libre y responsable, capaz de contribuir al bien común.
También en nuestro mundo occidental nos encontramos con problemas en lo que se refiere a la figura de la madre. Ella es insustituible y cuando, desgraciadamente, no está presente en la vida familiar aparecen muchas y graves carencias en el desarrollo normal de la familia. La Iglesia siempre ha promovido la presencia de la madre en la vida familiar para lograr un perfecto desarrollo de la vida social.
Agradezco a Manos Unidas que este año haya puesto su atención en una necesidad tan grande y fundamental para el bienestar de la humanidad. Son muchos los voluntarios de esta Asociación de fieles que promueven en nuestra Diócesis esta campaña llevando a los colegios y a las parroquias la experiencia de su trabajo por el desarrollo de los pueblos más pobres y necesitados. Su trabajo, aunque a veces sea silencioso y sin frutos inmediatos, no cae en saco roto. Dios bendecirá su esfuerzo. ¡Que asuman con entusiasmo apostólico y amor cristiano la hermosa tarea de llevar a nuestros conciudadanos el importante anuncio de que no pueden permanecer impasibles ante las injusticias y dolores de las madres que viven su maternidad en condiciones realmente tristes y dolorosas!
“Madres sanas, derecho y esperanza”. Éste es el deseo de la Iglesia en Madrid para este día de Manos Unidas. Así se lo presentamos a la Virgen, Nuestra Señora de La Almudena, para que lo haga realidad. Que ella, buena conocedora de las dificultades que comporta un hogar, bendiga y ayude a las madres con problemas y nos conceda trabajar por un mundo más justo y solidario para todos, siendo cada uno de nosotros responsables de la suerte de nuestros hermanos más necesitados, de los lejanos y de los que viven cerca de nosotros.
Con todo afecto y mi bendición,