Mis queridos hermanos y amigos:
Grupos numerosos de jóvenes procedentes de los más variados y lejanos países del mundo están llegando ya a Madrid. Mañana al anochecer y pasado mañana, serán los momentos de su mayor afluencia, concluidos lo que venimos “llamando los días de las Diócesis”. Una buena porción de los grupos juveniles que asistirán a la JMJ.2011 en Madrid se ha preparado en días de oración y convivencia fraterna compartidos con jóvenes, amigos y hermanos que les han acogido desde el jueves de la pasada semana en distintas Capitales de las Diócesis españolas. A todos ellos, queremos darles la más cálida y cariñosa bienvenida. Los centros de acogida y toda la red de comunidades parroquiales de la Archidiócesis de Madrid los están esperando con los brazos y el corazón abiertos: con los mismos sentimientos de amor y de alegría con los que acogemos al Señor. Aunque resulte reiterativo repetirlo, queridos diocesanos de Madrid, sacerdotes y fieles, ¡acogedlos como a Cristo, “Hospes sicut Christus”! Nos sale del alma decirles: ¡Bienvenidos a Madrid! ¡Bienvenidos a un lugar donde encontraréis a la Iglesia, casa y hogar de los creyentes en Cristo, como si fuera vuestra propia Diócesis con vuestro Obispo y como si os encontraseis en vuestras propias comunidades eclesiales con vuestros presbíteros! Todos juntos viviremos, saborearemos espiritualmente y mostraremos al mundo la gran verdad de que somos “Familia de Dios”, cuya Cabeza y Pastor invisible es Cristo Crucificado, ¡el Señor Resucitado! que nos anima, alienta y entusiasma con su Espíritu. El próximo martes, día 16, el atardecer, después de la gran Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora a los Cielos, celebraremos la Santa Misa en la Plaza de Cibeles en la memoria y en honor del Beato Juan Pablo II, junto a la reliquia insigne que nos ha donado Su Eminencia, el Cardenal Dwizich, Arzobispo de Cracovia, inaugurando de este modo, tan hondo y emotivo, la Jornada Mundial de la Juventud, la décima extraordinaria que tiene lugar fuera de Roma. Pero la gran familia juvenil de la Iglesia, reunida en Madrid, quedará firme y plenamente constituida en su más visible y expresa “catolicidad” en la mañana del día 18 de agosto, jueves, con la presencia de nuestro Santo Padre, Benedicto XVI, el Sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Pastor visible de la Iglesia Universal, que llegará esa misma mañana al Aeropuerto de Barajas.
Llega el Papa, que ejerce una imprescindible paternidad para con todos los pastores y fieles en la forma propia de aquel a quien Cristo, el Pastor invisible de nuestras almas, le ha confiado el cuidado de sus ovejas. La gran Asamblea de los jóvenes de la Iglesia, la gran y universal asamblea de la Iglesia joven, le saludará con la aclamación salida de lo más íntimo del corazón, con afecto y júbilo inmensos: ¡bendito el que viene en nombre del Señor!
La Iglesia Diocesana de Madrid, en unión de propósitos y esfuerzos con sus dos Diócesis sufragáneas de Getafe y Alcalá, ha preparado a través de una larga, prolongada e intensa campaña de oración la venida del Papa para presidir el encuentro mundial de la Juventud. En este contexto vivo y piadoso de la adoración al Señor Sacramentado y de la plegaria incesante, confiada a la intercesión amorosa y maternal de la Virgen Santísima, Ntra. Sra. de La Almudena, ha surgido la disponibilidad abnegada y generosa de multitud de sus hijos e hijas, que nos ha permitido tener a punto todos los elementos técnicos y humanos necesarios para que los jóvenes venidos de la práctica totalidad de los países y regiones de la tierra, convocados por el Papa, puedan disfrutar y gozar con él, física y espiritualmente, del inmenso caudal de gracia que el Señor derramará sobre ellos en los próximos días, para su bien personal y para el bien de la Iglesia: para que la Nueva Evangelización se abra paso en la vida de las jóvenes generaciones de la Iglesia y de la sociedad actuales.
¡Bienvenido Santo Padre! ¡La Iglesia en Madrid os espera con el alma agradecida y con el corazón lleno de amor al Papa! La Iglesia en España, con sus jóvenes, os dice igualmente con todo el afecto que los hijos sienten para un Padre muy querido: ¡Bienvenido Santo Padre!
Y, no me cabe la menor duda, también todo Madrid −Ciudad y Comunidad madrileñas− se suman con su proverbial nobleza, afabilidad y amabilidad a nuestro caluroso y afectuoso saludo:
¡Bienvenido Benedicto XVI! ¡Madrid te recibe con los brazos abiertos!
Con todo afecto y con mi bendición,