Carta a los familiares de los misioneros diocesanos

«Sacerdotes diocesanos, misioneros del tercer milenio»

Mis queridos padres y familiares de los misioneros y misioneras madrileños:

Al llegar la Jornada dedicada a nuestros misioneros madrileños, les envió a todos ellos mi palabra de cariño y de aliento en su hermosa misión de llevar el Evangelio al mundo entero, que en este Año Santo Jubilar, en el que conmemoramos el Dos Mil Aniversario de la Encarnación y del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, tiene sin duda un relieve especial. Con estas líneas, quiero también dirigirme a vosotros para expresaros mi unión profunda en el cariño y en la oración por ellos, agradeceros, en mi nombre, en el de los obispos auxiliares, y en el de toda la archidiócesis de Madrid, el don de vuestros hijos, hermanos y familiares misioneros, y alentaros también a todos vosotros en nuestra vida cristiana.

En la Carta Pastoral que he dirigido a todos los diocesanos con motivo de esta Jornada de nuestros Misioneros y Misioneras, he querido subrayar que vuestro hijos, hermanos y familiares misioneros son en verdad «motivo de santo orgullo, y al mismo tiempo de estímulo extraordinario, para todos los que formamos la archidiócesis de Madrid». Para vosotros sin duda de manera muy especial. Y en esta Carta Pastoral también he querido destacar cómo este mundo nuestro, cada vez más intercomunicado, «necesita más que nunca conocer y vivir el secreto de la auténtica unidad entre los hombres: la presencia de Jesucristo resucitado, vivo en su Iglesia», que es, ante todo, una «familia». Por experiencia sabéis bien lo importante que es saberse familia y vivir como tal. Pues bien, «sin Cristo, todas las globalizaciones habidas y por haber sólo pueden unir por fuera, habrá cosas unidas, pero no personas que se aman». Quiera el Señor ayudarnos a todos a vivir esta unidad, que es precisamente la señal -en palabras del mismo Cristo- «para que el mundo crea».

A la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de la Almudena, os encomiendo, para que os bendiga y proteja en todos vuestros pasos, al tiempo que os envío mi saludo más cordial.

Con todo afecto y mi bendición

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