Ante el asesinato en las cercanías de Madrid de un guardia civil por parte de ETA, que preparaba un nuevo atentado masivo con un coche bomba

De nuevo la banda asesina ETA, en vísperas de la Navidad, preparaba un masivo atentado terrorista, evitado por la ejemplar actuación de la Guardia Civil, en la que uno de sus agentes, el joven de 27 años Antonio Molina, ha sido asesinado a tiros por los dos terroristas a los que solicitaba su identificación por la presencia de un vehículo sospechoso, en el cumplimiento de su deber, junto con su compañero, que ha resultado herido, en el tiroteo en el que uno de los terroristas también resultó herido, a la altura del kilómetro 38 de la carretera nacional VI, en la localidad madrileña de Collado-Villalba.  Se ha evitado así, sin duda, un terrible atentado, y esto reclama el reconocimiento agradecido de toda la sociedad a la Guardia Civil y al Cuerpo Nacional de Policía, cuyos agentes han logrado detener al segundo terrorista que había huído tras el tiroteo.

El Cardenal Arzobispo de Madrid y sus Obispos Auxiliares expresan su dolor por la muerte del joven guardia civil Antonio Molina, y manifiestan su condolencia a sus padres y familiares, asegurándoles sus oraciones, y las de toda la comunidad diocesana de Madrid, por el eterno descanso del fallecido, y para que a todos ellos el Señor les llene del consuelo y de la esperanza de la vida eterna. Asimismo hacen extensiva su condolencia a todo el Cuerpo de la Guardia Civil.

Desean igualmente reiterar con fuerza la radical condena del terrorismo, “intrínsecamente perverso”, remitiéndose a la reciente Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española “Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias”, y subrayando, con palabras de dicha Instrucción, que “la calificación moral del terrorismo, absolutamente negativa, se extiende, en la debida proporción, a las acciones u omisiones de todos aquellos que, sin intervenir directamente en la comisión de atentados, los hacen posibles, como a quienes forman parte de los comandos informativos o de su organización, encubren a los terroristas o colaboran con ellos; a quienes justifican teóricamente sus acciones o verbalmente las aprueban. Debe quedar muy claro que todas estas acciones son objetivamente un pecado gravísimo que clama al cielo”.

Por último, precisamente porque el terrorismo pone bien en evidencia las terribles consecuencias del pecado, que no sólo está en el hecho de matar, sino que consiste en darle la espalda a Dios, exhortan vivamente a todos los fieles a la conversión del corazón a Dios, siendo constantes en la oración, particularmente en estos días, a las puertas mismas de la Navidad, para que la celebración del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo sea en verdad, para toda la Humanidad, fuente de esa Paz y Vida plena que anhela todo corazón humano y que sólo el Hijo de Dios hecho hombre, el Niño de Belén, puede darnos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.