Mis queridos hermanos y amigos:
La liturgia del último Domingo de Adviento nos invita a prepararnos al Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, recordándonos el Misterio de su Encarnación y animándonos a disponer el alma para recibirlo de nuevo, como a El Salvador ¡nuestro Salvador! Prometido a los Profetas, conocido por nosotros por el Anuncio del Ángel a la Virgen María, la Doncella de Nazareth, a la que se le confía la Maternidad de ese Hijo Divino, que, por ella, deviene “hijo del hombre”, lo acoge la Iglesia de nuevo en este año 2007, que fenece, para que sus hijos vuelvan a renovar la gracia de su propio Bautismo −su “nuevo Nacimiento para la vida redimida y transformada por el don del Amor de Dios”−, ayudando a descubrir a todos sus hermanos la vocación de vivir como Hijo de Dios; vocación no sólo posible, sino realizable por Jesucristo, cuyo Nacimiento vamos a vivir de nuevo en la celebración litúrgica de la Navidad. La acogida de ese Jesús Niño por parte de la Iglesia incluye a la familia cristiana, “Iglesia Doméstica”, en la que se transmite el don de la fe a las nuevas generaciones, se vive de la gran esperanza de la salvación y de la experiencia del verdadero amor que la sostiene y confirma.
En la Navidad de este año queremos dirigir nuestra mirada eclesial de un modo especial a la Familia como lugar humana y espiritualmente imprescindible para avanzar por el camino de la existencia dejándonos ganar y salvar por Jesucristo, Nuestro Señor. La gran celebración de la Plaza de Colón del próximo Domingo día 30 quiere ser un momento de anuncio y proclamación del Evangelio de la Familia y de oración compartida en la Comunión de la Iglesia por el bien de la familia –de las nuestras y de las de todos nuestros conciudadanos– , bien inseparable del cumplimiento del plan de Dios sobre ella y al que tantos obstáculos y dificultades de todo orden pone la sociedad y cultura actuales, rendidas muchas veces a la fascinación tentadora de modelos de vida egocéntricos y materialistas. A participar en esa gran celebración “por la familia cristiana”, os invitaba, días pasados, y que quisiera reiterarlo y actualizarlo hoy. Os decía, queridos diocesanos de Madrid:
“El próximo 30 de Diciembre, solemnidad de la Sagrada Familia, tendrá lugar en nuestra Diócesis una gran celebración con el lema Por la familia cristiana para vivir festivamente el gran don de la familia santificada por la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios. Esta iniciativa de movimientos y nuevas realidades eclesiales, que acojo gustosamente en nuestra Diócesis, pretende apoyar a la familia cristiana mediante el anuncio explícito de la verdad que la Iglesia católica nos enseña sobre ella. Se harán presentes los Sres. Cardenales de España, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, los obispos de la Provincia Eclesiástica y los que quieran unirse a dicho acto.
Esta celebración se realiza en el marco de la transmisión de la fe, sobre la que venimos trabajando en nuestra Archidiócesis de tiempo atrás. Más concretamente, se inscribe en el desarrollo de una misión destinada a los jóvenes que este curso de 2007-2008 se extiende a las familias jóvenes que necesitan apoyo, compañía y orientación. Providencialmente, este acto tendrá lugar justamente cuando celebramos el XXV Aniversario de la visita del inolvidable siervo de Dios, el Papa Juan Pablo II, que vino por vez primera a España en 1982. Quienes asistieron a la misa de las familias, celebrada muy de cerca de donde tendrá lugar nuestro encuentro, no olvidan la fuerza, la claridad y el amor con que Juan Pablo II anunció a las familias el plan de Dios sobre el matrimonio, la familia y las consecuencias que se derivan del mismo: la defensa de la vida, la unión indisoluble del matrimonio entre hombre y mujer, el significado trascendente del amor conyugal, el derecho insustituible e ineludible de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones.
Os exhorto, pues, a participar familiarmente en este momento de gracia como testimonio de lo que creemos y vivimos en un momento crucial en el que la familia, tanto en España como en Europa, sufre fuertes amenazas. Como cristianos queremos anunciar el evangelio de la familia para iluminar y sostener a las familias cristianas, y a muchas otras que sin compartir nuestra fe sintonizan con la sensibilidad eclesial, en su identidad y misión en la sociedad.
Queremos vivir este encuentro como un modo de celebrar festivamente la solemnidad de la Sagrada Familia de manera que las familias cristianas vivan su vocación de verdaderas iglesias domésticas que por el testimonio de su vida atraigan a otras a realizarse según el modelo dado por Dios en la familia de Nazareth.
Que Jesús, María y José nos ayuden en este empeño y bendigan a todas las familias con la alegría que nos trae la Navidad”.
Con todo afecto, mis deseos de una celebración santa y gozosa de la Natividad del Señor y mi bendición.