CON MARIA, SERVIDORES Y TESTIGOS DE LA VERDAD

Mis queridos hermanos sacerdotes:

A los pies de la Virgen de la Almudena iniciábamos el domingo 30 de Septiembre la MISIÓN-MADRID. Regresábamos del Santuario de Fátima donde pedimos a la Virgen nuestra conversión personal, como Iglesia diocesana, para poder anunciar el evangelio con un corazón nuevo y alcanzar la gracia de la misión: llevar a todos los hombres la salvación de Cristo.  Al acercarse ahora la solemnidad de nuestra patrona, Nuestra Señora de la Almudena, queremos hacer realidad el lema de este día: “Con María, servidores y testigos de la verdad” y poner nuestros ojos en ella para vivir su entrega a Cristo y a los hombres.

María es, ante todo, Sierva de la Verdad, porque escuchó la Palabra de Dios y la aceptó en su corazón con la certeza de que en ella se cumplirá lo que le dijo el Señor. Y se cumplió plenamente al acoger en su mismo seno la Palabra de Dios hecha carne. Desde entonces no dejó de servir a su Hijo y se convirtió en la primera y más leal colaboradora. Sirvió a su Hijo en todo momento con sencillez y humildad y, al fin de su vida, con la fortaleza de la Mujer nueva que, al pie de la cruz, no huye ante el escándalo del sufrimiento y de la muerte, sino que lo supera con una fe inconmovible que la convierte en baluarte de toda la Iglesia y tipo perfecto del creyente. Quien mira a María descubre en ella cómo vivir la fe en cada circunstancia y cómo expresar con la palabra y con la vida lo que ella misma nos dice en Caná: “Haced lo que él os diga”. Esta la actitud que debemos suplicar en la fiesta de nuestra patrona: Hacer siempre la voluntad de Cristo que no dejará de hacer fecunda nuestra vida.

María es, también,  Testigo de la Verdad, porque confirmó con sus actitudes más profundas y sus gestos sencillos la fe que profesaba. No dudó en ponerse en camino para llevar a su pariente Isabel el testimonio de su caridad, que llenó de gozo al Bautista como un presagio de la alegría desbordante que traería la salvación a todos los hombres.

María es testigo de la caridad de Cristo y de la unidad que la Iglesia debe vivir desde Pentecostés hasta el fin de los tiempos. Su mirada sabe percibir las necesidades de los hombres, como hizo en Caná y preparar el camino de la intervención de Cristo transformando el agua de nuestra vida en el vino de la salvación que purifica nuestros corazones y nos hace agradables a Dios. No nos faltará en esta MISIÓN MADRID ocasiones en que sintamos cómo María nos señala las carencias de los hombres para que, como testigos de la Verdad, anunciemos a Cristo y colaboremos a que su presencia se haga sentir con toda la fuerza de su gracia.

Os invito, pues, queridos diocesanos a celebrar con gozo y fe firme la fiesta de nuestra patrona. Como todos los años celebraremos la Eucaristía en la Plaza Mayor de nuestra ciudad el día 9 de Noviembre a las 11 de la mañana y a continuación, caminaremos con María por las calles de Madrid en una solemne procesión  que permitirá a los vecinos y visitantes de nuestra ciudad a aclamar a quien todos las generaciones llaman bienaventurada. También invito, de modo especial, a los jóvenes de la archidiócesis, a celebrar la tradicional Vigilia de la Almudena el día 8 de Noviembre a las 20,30 horas, para suplicar a la Virgen que haga de todos nosotros testigos y servidores de la Verdad, que es el mismo Cristo, Señor y amigo de los hombres. Invitad a vuestros amigos y compañeros para que la Iglesia muestre de nuevo su rostro joven y radiante, el mismo que mostró en la Jornada Mundial de la Juventud, para que el mundo, viendo las maravillas de Dios, acoja la fe, se convierta a Cristo y testifique su grandeza con palabras y obras.

Con mi afecto y bendición.