Carta a los misioneros y misioneras diocesanos. Jornada Diocesana de los Misioneros Madrileños. Domingo 1 de junio de 2014

Madrid, 20 de mayo de 2014

 

Jornada Diocesana de los Misioneros Madrileños

Domingo 1 de junio de 2014

 

«Todos somos enviados con ellos»

 

A los misioneros
y misioneras diocesanos

Mis queridos misioneros y misioneras madrileños:

Este año, hemos vivido la Pascua de Resurrección muy cerca de la Virgen María. Todo este mes de mayo lo hemos vivido con la alegría propia de la Pascua, descubriendo que esta alegría que nos da la presencia de Cristo Resucitado va estrechamente unida a la presencia de la Madre de Dios, que es nuestra madre amorosa.

Cuando empezamos el mes de junio, celebramos la Ascensión del Señor. El día en el que Cristo deja de estar visiblemente junto a los apóstoles, para acompañarles gloriosamente, desde entonces y hasta hoy, por los caminos de este mundo cuando predican la Buena Noticia de la salvación a todos los hombres.

Los misioneros sois continuadores de este mandato del Señor a los apóstoles. Un día, con el discernimiento de la oración y del acompañamiento de la Iglesia decidisteis con libertad y movidos por el amor a Dios y al prójimo, abandonar las seguridades del mundo que conocíais y partisteis, con la bendición de la Iglesia, a los lugares donde sin vuestra presencia el Evangelio no sería conocido, o, al menos, mejor conocido.

Seguramente recordaréis con afecto la ceremonia del envío en la Catedral de la Almudena, como la vivirán el domingo de la Ascensión, los misioneros que partan durante los próximos meses. Es la Iglesia quien os envía, no vais por vuestra cuenta. Todos los miembros de la comunidad diocesana, con el pastor de la Diócesis a la cabeza, se ven implicados en vuestro envío. Esa celebración es sólo un gesto externo, significativo y ejemplar. Cuando la Iglesia os envía, ella misma os acompaña en vuestro caminar. Con el afecto y la simpatía, con la oración y el sacrificio nos unimos a vosotros allí donde estáis. No queremos dejaros solos, no queremos ni podemos. Sentimos la responsabilidad de compartir con vosotros las alegrías y las tristezas, los avances y también los fracasos que tenéis que aceptar día a día.

Por eso me parece un acierto el lema elegido para esta campaña: ‘Todos somos enviados con ellos’. Los misioneros ¡no estáis solos! Por supuesto vuestras familias son los que más sienten vuestra ausencia, pero son los que más comparten con vosotros vuestra vocación misionera. También vuestro Obispo y con él la diócesis de Madrid sienten vuestra partida y ausencia entre nosotros, pero nos alegramos de poder contar con el ejemplo de vuestra entrega, que como la de Cristo, lejos de ser amarga, da vida, verdadera vida: verdadero amor.

Os doy también las gracias por vuestro apoyo afectivo y efectivo a la tarea pastoral, ¡misionera!, dentro de las fronteras de nuestra diócesis. Sabéis que hemos vivido durante dos años la «Misión Madrid». De hecho vuestro testimonio también ha sido recordado en estos años, como ejemplo y testimonio de lo que implica la evangelización de un mundo que se aleja de Dios e incluso se olvida de Él. Vuestra oración y vuestro ánimo nos han sido muy útiles y sin duda el Señor de esta viña nos concederá frutos abundantes para la diócesis y para la misión. No dejéis de rezar por todo el esfuerzo que la diócesis está haciendo para que seamos una Iglesia verdaderamente misionera.

Recibid mi saludo cordial, al tiempo que os encomiendo a la Reina de las Misiones, bajo la advocación de Santa María de la Almudena, para que, con su poderosa intercesión, recibáis todas las bendiciones de Dios. Y encomendadme a mí y a nuestra diócesis madrileña a su intercesión.

Con todo afecto y mi bendición,

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