Formas nuevas de indigencia y marginación

En el Día de Caridad

La Iglesia celebra hoy, solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el Día Nacional de Caridad. Nadie tiene amor más grande -dice el Señor- que aquel que da la vida por sus amigos, y este amor grande es el que se hace presente en el misterio eucarístico. La presencia viva y real de Cristo en la Eucaristía expresa, de modo eminente, el amor que Dios nos tiene, y alimenta en nosotros la urgencia de la caridad que Dios ha derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado, y que hemos de vivirla especialmente en favor de los más pobres y desfavorecidos de la sociedad. En nuestra Iglesia diocesana lo manifestamos también, en este día, en la procesión solemne que recorre las calles de nuestra ciudad y de nuestros pueblos.

EL AMOR MÁS GRANDE

Es en la Eucaristía, centro y cima de la vida cristiana, en expresión del concilio Vaticano II, donde tiene su origen la caridad, que adquiere su más genuina expresión en el amor a los más pobers, que lejos de disminuir en nuestras sociedades del bienestar de este final de siglo y de milenio, aumentan en formas nuevas de indigencia y marginación, consecuencia precisamente de esta sociedad mal llamada del bienestar, porque origina el inevitable malestar de quien sólo busca tener más, a costa incluso del propio ser; malestar suyo, por mucho que quiera ocultarlo tras una vida de pura apariencia, y malestar de las víctimas que un mundo dominado por el egoísmo necesariamente genera. Hacia estos nuevos pobres, con sus innumerables rostros, nos urge el amor de Cristo Eucaristía.

Este Amor más grande de Cristo es el modelo del nuestro: Os doy un mandamiento nuevo -nos dice-, que os améis unos a otros como yo os he amado. Él nos ha amado dándose a sí mismo: tomad y comed…

Así hemos de entregarnos quienes nos hacemos una sola cosa con Él participando en su Cuerpo y su Sangre, dándonos a nosotros mismos, del todo y para todos sin distinción, y más especialmente a quienes más nos necesitan, los pobres que son sacramento de Cristo, especialmente cercano y visible: Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.

En este Día Nacional de Caridad, conviene recordar lo que decía el documento La Iglesia y los pobres: Esta misión fundamental de la Iglesia hacia los pobres supone una permanente con-versión, un volcarnos, vaciarnos-todos-juntos hacia el lugar teológico de los pobres, donde nos espera Cristo para darnos todo aquello que necesitamos para ser verdaderamente su Iglesia, la Iglesia santa de los pobres y para los pobres. De aquí la necesidad de conocer, vivir y compartir el mundo de los pobres.

VIVIR LA COMUNIÓN

El lema del Día de Caridad de este año del espíritu Santo, La solidaridad da sentido a tu vida. Vívela, nos invita a realizar los objetivos para este curso del Plan Pastoral, que hablan precisamente de vivir la comunión y anunciar el Evangelio a todos, creyentes y no creyentes, con especial atención a alejados y excluidos de los bienes materiales y sociales. Para hacer presente en el mundo la fuerza transformadora del Evangelio -en palabras del Plan Pastoral-, el camino no es otro que esa solidaridad, que en cristiano se llama comunión, y que no tiene otra fuente que la Eucaristía: Que sean uno -es la oración, y la obra, de Cristo en la eucaristía- para que el mundo crea. La celebración de este Día Nacional de Caridad, en la solemnidad del Corpus Christi, es ocasión privilegiada para vivirlo y expresarlo públicamente, con gozo y libertad.

Que la intercesión de Nuestra Señora, la Virgen de la Almudena, en este año del Espíritu Santo nos ayude con mayor intensidad a acogerlo como Ella, la llena de Gracia y Madre de los pobres, para tener y ofrecer al mundo, y en primer lugar a los más pobres, la riqueza de la Salvación, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, Fruto bendito de su vientre.

Con mi afecto y bendición,

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