Ante el asesinato de dos ertzainas perpetrado el pasado viernes en Beasain, Guipúzcoa, por la banda terrorista ETA

«Una vez más, la banda terrorista ETA ha manchado sus manos de sangre inocente, asesinando cruelmente a los ertzainas Ana Rosa Arostegui, de 34 años y madre de tres hijos, y Javier Mijangos Martínez de Bujo, de 31 años, mientras estaban en acto de servicio.

El Cardenal Arzobispo de Madrid y sus Obispos Auxiliares, una vez más, con profundo dolor y con toda radicalidad, condenan estos dos nuevos horribles crímenes, gravísimos pecados contra Dios y contra su imagen sagrada que habita en todo hombre y mujer. Quieren expresar, en primer lugar, su cercanía a los familiares de los ertzainas asesinados, así como a todos sus compañeros, uniéndose a ellos en el dolor, y también en la esperanza cristiana.

Asimismo recuerdan las recientísimas palabras de condena del terrorismo que el pasado lunes pronunciaba el Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española en su discurso inaugural de la Asamblea Plenaria: «El terrorismo, lacra y pecado que alcanza dimensiones globales, delata una radical inhumanidad; es la perversa y odiosa expresión del desprecio al hombre mismo, la más brutal negación de la dignidad de la persona humana y del mandamiento inscrito en el corazón del hombre, voz que se puede llegar a velar o distorsionar aunque nunca acallar. Los actos terroristas -añadía- manifiestan la más grave de las tentaciones: manipular a Dios y malinterpretar su Verdad y su Ley, olvidando la admirable y siempre permanente afirmación de san Agustín: Y tu Ley es la Verdad y la Verdad eres Tú».

Con este mismo espíritu de fe, oran a Dios Todopoderoso, y exhortan a unirse a esta oración a toda la comunidad diocesana, por el eterno descanso de los ertzainas fallecidos, y suplican de su infinita Misericordia el consuelo y la fortaleza para todos los suyos y para todos los hombres y mujeres de bien del querido País Vasco y de toda España. Al mismo tiempo, oran con toda insistencia al Señor por la conversión de los terroristas y de sus inductores, y porque toda la sociedad sea fiel a la Ley y a la Verdad que es Dios, única garantía de libertad y de paz verdaderas para los hombres».

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