La inminente visita del Papa a Madrid

Una gracia y un honor

Mis queridos hermanos y amigos:

Hace no muchos días los Obispos de las tres Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid -el Cardenal-Arzobispo con sus Obispos Auxiliares, el Sr. Obispo de Getafe con su Obispo Auxiliar, y el Sr. Obispo de Alcalá de Henares- dirigíamos una Carta Pastoral a todos los fieles de nuestras comunidades diocesanas invitándoles a prepararse espiritualmente para la anunciada visita del Santo Padre a España, su quinta Visita Apostólica a nuestra patria, y que tendría como escenario a Madrid. Explicábamos su trasfondo doctrinal y la motivaciones pastorales que la inspiran, sobre todo, a la luz de las Canonizaciones de cinco nuevos Santos Españoles, todos ellos santos de nuestro tiempo. Queríamos hacer ver cómo en España, al filo del tercer milenio, no cuajará la nueva evangelización si en la Iglesia no emprendemos con humilde valentía el camino de la santidad como supremo criterio que habrá de guiar con nuevo vigor espiritual tanto la orientación de la vida personal de cada cristiano como los compromisos eclesiales de pastores y fieles. Y subrayábamos el especial protagonismo de los jóvenes, «pueblo de las bienaventuranzas», como los llamó el Papa en el encuentro mundial de Toronto del pasado verano, en la realización y animación de la visita, concluyendo con una cálida y cristiana exhortación a ejercitar la hospitalidad con los hermanos y hermanas, jóvenes y mayores, que acudirán a Madrid desde todas las diócesis de España los próximos días 3 y 4 de mayo.
Las fechas se acercan. El Papa está a punto de llegar. Los jóvenes comenzarán a afluir a Madrid a partir del jueves próximo con el estilo propio del peregrino cristiano que busca una ocasión única para encontrarse con el Señor. Madrid será testigo de una peregrinación juvenil sin precedentes en la historia de nuestra Iglesia diocesana. Juan Pablo II ha querido confiarnos la preparación y la disposición del lugar de su encuentro con las Iglesias Particulares de España en esas dos jornadas memorables del próximo fin de semana. Es verdaderamente una gracia excepcional poder acoger al Padre y a los hermanos «en casa», ofreciéndoles los lugares y las comunidades de nuestras tres diócesis de Madrid como hogar eclesial para vivir la comunión de la fe y del amor de Cristo en los marcos espléndidos de la gran vigilia mariana de los jóvenes con Juan Pablo II y de la solemnísima eucaristía de las Canonizaciones de los nuevos cinco Santos de la España contemporánea. Hemos, por ello, de ensanchar el alma y purificar el corazón con la caridad de Cristo para que en nuestras actitudes y en nuestros gestos se reflejen bien la estima y el amor a la Iglesia Universal y a su Pastor, el Papa, que nos convoca a los pastores y fieles de todas las Diócesis de España para asumir delante del Sucesor de Pedro el compromiso nuevo de la evangelización de nuestro pueblo, que nos va a proponer, ante los retos formidables de un futuro inmediato, lleno de incógnitas.
¡Una gracia y un honor! Los rasgos tan excepcionales con los que se nos presenta este «regalo pascual» de la visita del Papa a Madrid, implican un HONOR: el de ser llamados a prestar un servicio eminente a la edificación de la Iglesia de España en la unidad de la fe y en la comunión universal de la caridad que preside el Romano Pontífice, el Vicario de Cristo en la tierra. Es el honor de los que preparan al Maestro y a los discípulos como un inmenso «cenáculo», abierto a todos los cielos de la patria común, para la celebración de la Eucaristía y el testimonio del amor fraterno; dispuestos a lavarles los pies como y cuando el Señor quiera, de modo que el mundo vea, y los españoles comprueben, con qué fuerza de cercanía a los más pobres y pecadores nos vinculan el amor de Cristo y el ejemplo de los Santos. Es el honor del servicio al Papa que llama a las Iglesias Particulares de España para que muestren públicamente cómo de la Cruz Gloriosa de Jesucristo, al lado de María, la Reina del Cielo y Madre de la Esperanza, y del discípulo amado Juan, ha nacido y nace constantemente la Iglesia, un nuevo Pueblo, que «aunque de momento no abarque a todos los hombres y muchas veces aparezca como una pequeña grey, es, sin embargo, el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano» (LG 9). ¡Qué excelente fórmula para la transmisión de la Fe! ¡Qué excelente motivación espiritual y pastoral para nuestro Sínodo Diocesano!
Con la cercanía maternal de Nuestra Señora de La Almudena, Reina del Rosario, estoy seguro que no desperdiciaremos la gracia de la Visita del Papa a Madrid y que responderemos al honor del servicio del amor fraterno que se nos pide con la generosa y proverbial apertura de los madrileños, acogiendo a nuestros hermanos sin ninguna reserva, magnánimamente, como nos lo dicta la sabiduría del corazón, tocado por el amor del Señor, de acuerdo con el lema clásico de la hospitalidad cristiana: «hospes sicut Christus»: hay que tratar «al huésped como a Cristo».

Con todo afecto, los deseos de un santo y gozoso tiempo de Pascua, y mi bendición,

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