En el desarrollo de las operaciones policiales, persiguiendo a los culpables de los atentados terroristas del pasado 11 de marzo en Madrid, ha tenido lugar, en la víspera misma del comienzo de la Semana Santa, un enfrentamiento con un grupo de terroristas, fuertemente armados con explosivos, que habitaban una vivienda en la localidad madrileña de Leganés, y que han terminado quitándose la vida, en el transcurso del cual han causado la muerte de uno de los miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEOS), de la Policía Nacional, y herido de diversa consideración a otros de sus miembros, algunos de ellos en estado grave, aunque, gracias a Dios, no se teme por su vida.
El cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, y sus Obispos Auxiliares, manifiestan una vez más su profundo dolor y su condena sin paliativos del terrorismo, y expresan su condolencia a la esposa e hijos del policía asesinado, y oran al Señor por su eterno descanso, así como por el restablecimiento de los heridos, pidiéndole para sus más allegados el don del consuelo y de la fortaleza. También quieren expresar su gratitud y reconocimiento a la extraordinaria generosidad y eficacia profesional de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en su servicio a la paz y al bien común de todos los españoles.
Manifiestan asimismo su profunda cercanía y se unen de corazón al dolor de estas nuevas víctimas del terror, recordando a toda la comunidad diocesana, en palabras de la homilía en el Funeral por las víctimas del 11 de marzo, auspiciado por las más altas instituciones del Estado, que «en la estrategia del terrorismo opera siempre la siembra del odio como su inspiración y motivación últimas y decisivas… Frente a esta estrategia del odio sólo cabe, al final, una sola respuesta eficaz: la del amor”. Quiera el Señor que las celebraciones de estos días santos, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, hagan fructificar en todos la semilla santa del Amor, que se nos ha manifestado en la preciosa sangre del Señor, que llena de fuerza y de sentido esa hermosa palabra que es Misericordia, única fuente de la auténtica justicia y de la paz verdadera.
Por último, exhortan a pedir a Dios la conversión de los terroristas y de sus inductores, y a orar insistentemente por el establecimiento de la paz, en España y en el mundo, que sólo el Señor puede darnos.