Solemnidad de Pentecostés, 19 de mayo de 2013.
«TESTIGOS DE LA FE EN EL MUNDO»
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Un año más, al celebrar la solemnidad de Pentecostés, os dirijo esta carta para animar el testimonio misionero de los laicos de nuestra diócesis en el Día Nacional del Apostolado Seglar y de la Acción Católica. Este año lo hacemos bajo el lema: «Testigos de la fe en el mundo».
El mandato misionero del Señor sigue hoy vivo. La misión de la Iglesia no es otra que la de dar el testimonio en medio del mundo de la Misericordia de Dios manifestada en la cruz y en la resurrección de nuestro Señor. La Misión Madrid, que estamos llevando a cabo en nuestra Archidiócesis de Madrid, es una respuesta a este mandato que nos afecta a todos y una concreción de la llamada a una Nueva Evangelización.
La Nueva Evangelización convocada por los Papas de finales del siglo XX y principios del XXl, hace referencia al nuevo contexto en el que el Evangelio ha de ser anunciado entre nosotros. Este nuevo contexto de nuestro mundo occidental viene configurado por las consecuencias de una razón centrada en sí misma y autosuficiente. Durante el siglo XX hemos podido conocer los terribles acontecimientos a los que esta razón autosuficiente ha conducido a la humanidad. Las distintas crisis a las que nos enfrentamos, y cuyo origen último es la ausencia de la relación con Dios en la vida de los hombres, nos han conducido a situaciones vitales de gran sufrimiento. En el número 8 de la Constitución Lumen Gentium encontramos una definición de la permanente misión de la Iglesia en medio de estos sufrimientos: «(La Iglesia) se siente fortalecida con la fuerza del Señor resucitado para poder superar con paciencia y amor todos los sufrimientos y dificultades, tanto interiores como exteriores, y revelar en el mundo el misterio de Cristo, aunque bajo las sombras, sin embargo, con fidelidad hasta que al final se manifieste a plena luz».
La paciencia y el amor con los que afrontamos las dificultades y sufrimientos se convierten en el testimonio más verdadero de una luz interior que llena el corazón de paz y alegría. Esta luz es el Espíritu Santo, consuelo y testigo de la presencia del Señor resucitado que continuamente nos sostiene y conforta. De este modo, en medio de nuestras propias sombras e infidelidades se revela al mundo una fidelidad mayor, la de Jesucristo, que se mantiene junto a su Iglesia, sosteniéndola hasta su venida final. Nosotros somos testigos de esto en el mundo, y no podemos callar este anuncio.
Vosotros, queridos fieles laicos, reunidos de distintas maneras a través de la Acción Católica y de las diversas formas de Apostolado Seglar, sois enviados por el Señor en medio del mundo para ser testigos de su Misericordia. En vuestras familias, en los lugares de trabajo, en los medios de comunicación y a través de las más variadas formas de presencia en la sociedad, con vuestra paciencia y caridad, con creatividad y esperanza, dais testimonio de la fidelidad de Dios a la Alianza con los hombres: Nueva Alianza sellada con Su Sangre.
Que Santa María, Nuestra Señora de la Almudena, Maestra de la fe, nos ilumine a la hora de encontrar caminos para que el testimonio veraz de la fe llegue a todos los hombres que viven con nosotros y hasta los confines del mundo.