Mis queridos familiares de misioneros y misioneras:
Cuando faltan ya muy pocos días para el 25 de diciembre, todos nos disponemos a celebrar el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, y hemos de hacerlo con un corazón abierto para recibirle, como lo hicieron María y José, y los sencillos pastores de Belén.
Cada año, por estas fechas, os escribo, y no es para mí una obligación más, sino un momento de gracia, como pastor de la Iglesia diocesana de Madrid. No quiero dejar de recordaros y haceros llegar mi cariñoso saludo a todos los que tenéis un familiar en las misiones: un hijo, un hermano, un nieto, un sobrino, una persona cercana en vuestra familia. Con esta carta, quiero compartir con vosotros la experiencia de tener un ser querido lejos por causa del Evangelio. ¿Cómo podría yo olvidarme de nuestros misioneros? Ellos son una gracia de Dios para toda la Iglesia diocesana, lo es para mí y lo es, sin duda, para vosotros de un modo muy especial. Sigue leyendo