LA ALEGRÍA DE LA PASCUA. Nadie nos la puede arrebatar

LA ALEGRÍA DE LA PASCUA

Nadie nos la puede arrebatar

Mis queridos hermanos y amigos:

Hoy es un día de gran alegría. Alegría que nadie ni nunca nos podrán arrebatar: ¡Jesucristo, el Señor, ha resucitado! Desde este primer Domingo jubiloso de la historia, todos los demás domingos de todos y de cualquier año no podrán por menos de recordarnos que la Resurrección de Jesucristo permanece viva y activa en el discurrir de la vida de cada hombre que viene a este mundo y, aún, de la entera humanidad. “Pues sabemos que Cristo una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más. La muerte ya no tiene dominio sobre él” (Ro 6,9). En la singular batalla entablada desde el principio de la creación entre Dios, el Señor de la vida, y Satanás, el príncipe de las tinieblas y autor de la muerte, la victoria del Creador ha quedado definitiva e irreversiblemente sellada en aquel primer día de la semana judía, cuando Jesús de Nazareth, el gran −y para la comprensión mundana− el inexplicable Profeta de Galilea, crucificado ignominiosamente y sepultado, resucita de entre los muertos. “Lucharon vida y muerte en singular batalla, y muerto el que es la Vida, triunfante se levanta”, canta jubilosa la Iglesia desde tiempo inmemorial en la Liturgia Pascual del Domingo de Resurrección. Sigue leyendo