Madrid, 24 de octubre de 2009
Mis queridos hermanos y amigos:
Importa cada vida. Sí, porque importa cada ser humano. La solemnidad de todos los Santos y la Conmemoración litúrgica de todos los fieles difuntos, que celebraremos dentro de pocos días, aclaran la verdad de la vida del hombre sobre la tierra con la luz de la Palabra de Dios, dentro del horizonte de la experiencia de la razón iluminada por la fe. La verdad del hombre –persona, ser viviente, llamado a ser hijo de Dios por adopción– se plantea y se verifica ante el hecho ineludible de la muerte: de su muerte, envuelta en el interrogante por el más allá, que la acompaña. Sigue leyendo