Mis queridos hermanos y amigos:
El comienzo del curso escolar trae ciertamente al primer plano de la atención pública a “la escuela”, a esa institución, avalada por los siglos, decisiva para el futuro de las nuevas generaciones; pero también, con no menor viveza, la otra institución, todavía más básica ¡esencial! para un desarrollo y crecimiento físico, humano y espiritual del niño y del joven acorde con la dignidad de la persona humana y con su destino temporal y eterno: la familia y el matrimonio en que se funda. Sigue leyendo