Benedicto XVI ha servido a la Iglesia como un humilde trabajador de la viña del Señor. Carta a los diocesanos con motivo de la renuncia de Benedicto XVI a la sede de Pedro

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

El Papa Benedicto XVI acaba de anunciar su renuncia a la sede de Pedro, que quedará vacante el 28 de este mes de Febrero a las 20 horas. Las breves palabras que ha dirigido en el consistorio de los Sres. Cardenales, reunido para tres próximas canonizaciones, expresan la responsabilidad con que toma libremente esta grave decisión, asumida después de considerarla reiteradamente en su conciencia ante el Señor. Su renuncia al ministerio petrino, como él mismo dice, se debe al debilitamiento de sus propias fuerzas para poder llevar adelante el supremo pastoreo de la Iglesia. En este sentido, su decisión es un claro signo de humildad, de libertad en el Señor y de amor a la Iglesia, a la que ha servido con entrega infatigable y generosa. Esta decisión del Santo Padre está contemplada en las leyes de la Iglesia, que determinan que “la renuncia sea libre y se manifieste formalmente” (CIC 332,2), como así ha sucedido. Tampoco es necesario que sea aceptada por nadie (cf. 332,2), ya que el Papa no está sometido a ninguna autoridad en el ejercicio de su ministerio eclesial. En la historia de la Iglesia es bien conocido el caso del Papa Celestino V (s. XIII), que renunció a la sede de Pedro y se retiró a la vida monástica que había llevado antes de su elección. Benedicto XVI ha anunciado que seguirá sirviendo de todo corazón a la Iglesia entregado a la oración.

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Nota de agradecimiento al Santo Padre

Después de haber conocido esta misma mañana la renuncia de Su Santidad el Papa Benedicto XVI al ministerio petrino, me apresuro a expresar al Santo Padre, en nombre propio, y de todos los obispos miembros de la Conferencia Episcopal Española, nuestra más profunda gratitud por el impagable servicio prestado a la Santa Iglesia en estos intensos años de pontificado. Sigue leyendo

Carta a todos los niños de Madrid con motivo de la Jornada de la Infancia Misionera

Domingo, 27 de enero de 2013

“Con los niños de Europa…, acogemos a todos como Jesús”

Mis queridos niños y niñas:

Año tras año, en esta celebración de la Jornada de la Infancia Misionera, hemos ido recorriendo los diversos continentes, porque no debemos olvidar nunca lo que Jesús nos dijo en el momento de dejar la tierra para subir a los cielos: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». Ya hemos tenido la oportunidad de conocer mejor cómo son y cómo viven los niños de Asia, África, América y Oceanía; y también de conocer mejor cómo viven los misioneros que los ayudan en su fe y en su formación cristiana. Pues bien, en este año 2013, que es tan especial, ¡es el «Año de la fe»!, llega el momento, por fin, de hablar de nuestro continente, de esta Europa de la que vosotros, muchas veces, sin duda, habéis oído llamar “la vieja Europa». Es, sin duda, el continente que mejor conocemos. Sin embargo, a veces ignoramos cosas que son muy importantes: a lo mejor no nos hemos puesto a pensar que aquí también tuvieron que venir los misioneros, que también los habitantes de Europa, en los comienzos de la Iglesia, estaban lejos de la fe, y que, por la misericordia de Dios, los Apóstoles, y sus sucesores vinieron a nuestras tierras a hablarnos del amor de Dios y traernos el Evangelio, ¡la Buena Noticia!, de Jesucristo. Y no dejaron de venir misioneros a ciertas zonas de Europa que tardaron más en evangelizarse, y gracias a su vida, su predicación y su testimonio, en algunos casos gracias también a que entregaron su vida en el martirio, hoy Europa tiene sus profundas raíces en la fe cristiana. Pero todavía hay lugares en nuestro continente donde los misioneros han de predicar el Evangelio a personas que no conocen a Jesús. Y, además, vosotros mismos veis, entre vuestros amigos y compañeros, a niños y niñas que no rezan, ni van a Misa los domingos, que no saben que son hijos de Dios, y ellos también necesitan a los misioneros para conocer y amar a Jesús, ¡y esos misioneros, en primer lugar, sois vosotros!  Sigue leyendo

Un caminar de fe y esperanza. Jornada Mundial del emigrante y del refugiado

 

JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO

Migraciones: peregrinación de fe y esperanza

20  ENERO 2013

  

Un caminar de fe y esperanza

       La Jornada Mundial  de las Migraciones, el próximo domingo 20 de enero, nos invita en el marco de la Misión Madrid a dejar resonar en nuestro corazón las palabras de san Pablo: «El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16). La experiencia de Jesucristo nos anima a salir al encuentro, con el entusiasmo y la valentía que impulsaron a las primeras comunidades cristianas, de las personas inmigrantes y sus familias, a quienes la crisis golpea más gravemente. Es esencial para ofrecerles la acogida que esperan de nosotros. «Arraigados y edificados en Cristo», estamos llamados a hacer visible y perceptible el proyecto de Dios: invitar a todos los hombres, sin excepción o exclusión alguna, a la comunión con Dios que nos abre «la puerta de la fe». Seamos un espacio acogedor donde se reconozca a todo hombre la dignidad que le otorgó su Creador. Sigue leyendo

La Epifanía del Salvador en la solemnidad del Bautismo del Señor del 2013

Mis queridos hermanos y amigos:

Jesús comienza lo que se conoce desde la antigüedad cristiana como su “vida pública” acudiendo al río Jordán para que Juan, el conocido también desde los inicios de la comunidad cristiana como “el Bautista”, le bautizase. San Lucas narra el momento con escueta y, a la vez, sublime precisión: “y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre Él con la apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado en ti me complazco». Jesús al empezar tenía unos treinta años…” (Lc 3, 21-23). Israel estaba viviendo una situación extraordinariamente inquieta y agitada política, social y religiosamente. Juan, de la familia sacerdotal de Zacarías, educado en el ambiente de los justos y sencillos de un pueblo dolorido, dividido y sometido a formas tiránicas de poder, aunque consciente de sus propias y reiteradas infidelidades respecto de la Ley y de la Alianza, siente la necesidad de revivir la expectación del Salvador prometido a sus antepasados por sus grandes y más fervorosos y fieles profetas. Sin duda, resonaban en sus almas palabras vibrantes y esperanzadoras del Profeta Isaías: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará” (Is 42, 1-14). ¿Cómo no iban, pues, a reconocer en aquella dramática coyuntura histórica los mejores hijos de Israel en la voz de Juan penitente en el desierto, predicando un bautismo de conversión en toda la comarca del Jordán, una apremiante llamada de Dios −quizá la última− para acoger y recibir la gracia de la salvación, o mejor aún, al Salvador mismo, al Mesías anunciado a sus padres ya en el desierto, camino de la tierra prometida? De hecho, dudaban. Juan tuvo que convencerles que su bautismo les abría el camino a quien les iba a bautizar después con “el Espíritu Santo y fuego”: él es solamente “Una voz que grita en el desierto”, que prepara el camino del Señor (Lc 3.4).   Sigue leyendo

HOMILÍA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid en la Fiesta de las Familias

HOMILÍA del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid

en la Fiesta de las Familias

Domingo de la Sagrada Familia

Plaza de Colón, 30.XII.2012; 12’00 horas

(Eclo 3,2-6.12-14; Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10; 1º Jn 3,1-2. 21-24; Lc 2,41-52)

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor, queridas Familias:

1.      La Fiesta de la Sagrada Familia nos reúne hoy, de nuevo, en este año que concluye, el 2012, crítico y doloroso por tantos motivos, para dar gracias a Dios por nuestras familias enraizadas en la fe en Jesucristo, el Redentor del hombre, y pedirle por el bien de la familia cristiana, verdadera “esperanza para hoy”. ¿La única sólida esperanza? Si contemplamos la realidad social y cultural que la envuelve y lo fugaces e inoperantes que son  las alternativas que se proponen para salir de la crisis de verdadera y honda humanidad que la caracteriza, no cabe duda alguna: sólo la familia concebida y vivida en la plenitud de su verdad, como la enseña el lenguaje inequívoco e indestructible de la naturaleza humana, despeja el horizonte de la esperanza para el hombre y la sociedad de nuestro tiempo. ¿Pero cuál es y cómo se conoce la plenitud de esa verdad y cuáles son las vías para comprenderla y realizarla venciendo los obstáculos económicos, sociales, culturales, jurídicos y políticos tan formidables que se interponen en su camino? La respuesta es muy sencilla: cuando se la busca con humilde sinceridad en la escucha de la Palabra de Dios y en la vivencia fervorosa de la celebración del Sacramento de la Eucaristía, especialmente en el día en que la Iglesia trae a la memoria renovada y actual de sus hijos el Misterio de la Sagrada Familia de Nazaret, en cuyo seno nació, se educó y se cobijó el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. En ella se abrió e inició la verdadera y definitiva historia de la salvación del mundo. Una historia que ninguna crisis, aunque suponga e incluya los mayores y más horrendos pecados del hombre, podrá jamás interrumpir y, menos, anular. Sigue leyendo

¡FELIZ NAVIDAD! ¡SANTA NAVIDAD!

Madrid, 22 de diciembre de 2012

Mis queridos hermanos y amigos:

 La celebración del acontecimiento de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo es inminente. El Misterio del Nacimiento del Hijo de Dios, hecho carne en el seno purísimo de la Virgen María, vuelve a hacerse actualidad en cada una de nuestras vidas y en el corazón de la humanidad en este preciso momento histórico de la vuelta del año 2012 al año 2013 dramáticamente doloroso para tantos de nuestros hermanos; momento no exento de preocupantes incertidumbres personales y colectivas aunque no carente de signos de verdadera y animosa esperanza. La celebración de la liturgia de la Navidad, que la Iglesia de un confín al otro del plantea vivirá en los días próximos, impulsará y reforzará en cada uno de nosotros la voluntad de ofrecer al mundo de nuestros días la respuesta de la esperanza. Con el nacimiento del Niño Jesús se ha iniciado en la historia del hombre irreversiblemente el tiempo definitivo de la esperanza: ¡la esperanza triunfará! El futuro es del Dios que nos ha nacido y vuelve a nacer una y otra vez; también en esta hora de la historia que se nos antoja, no pocas veces y no sin alguna razón, como cargada de peligros y amenazas oscuras para el bienestar y la paz de las personas, de las familias y de los pueblos. No tengamos miedo ni nos acobardemos. Verdaderamente el Hijo de Dios ha nacido en Belén de Judá hace poco más de dos mil años de María Virgen, una doncella de Nazaret, desposada con José, de la casa de David, y que había concebido al Niño-Dios sin concurso de varón por obra y gracia del Espíritu Santo. En la próxima “Noche Buena”, como en aquella primera y decisiva Noche Santa del Nacimiento del Niño Jesús había sucedido a los pastores de la región de Belén, oiremos el anuncio del Ángel que nos dirá: “No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo”. Hoy, ya no sólo en la ciudad de David sino en todo el mundo, nos dirá: “os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”; y, en torno al Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, la legión de ángeles alabarán a Dios, exclamando: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (cfr. Lc 2, 8−14).  Sigue leyendo

Carta del Cardenal a los Misioneros

Mis queridos misioneros y misioneras:

¡Feliz Navidad! Se acercan ya las fechas más gozosas y entrañables de nuestro calendario, en las que celebramos, junto a toda la Iglesia, el misterio del Nacimiento del Hijo de Dios de las entrañas de la Virgen María, en Belén de Judá. En muy pocos días celebraremos la Misa de Nochebuena, y hemos de hacerlo con el estupor que ciertamente suscita, a quien abre con sencillez los ojos del alma, este misterio admirable de Dios infinito que se hace niño, en un momento y lugar perfectamente identificables, para traernos la Salvación, Él mismo habitando en nosotros para hacernos partícipes de su misma vida divina, de un modo igualmente identificable. No se trata de ningún mito ni leyenda. Es el más real y decisivo hecho de la Historia, y por eso no puede ser más verdadera y desbordante la alegría de la Navidad. Sigue leyendo

Carta del Cardenal a los familiares de los Misioneros

Mis queridos familiares de misioneros y misioneras:

Se acercan las fechas más gozosas y entrañables de nuestro calendario. Dentro de muy pocos días, especialmente en la Misa de Medianoche del 24 de diciembre, celebraremos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, y lo haremos, sin duda, llenos de alegría, tratando de acoger el Don precioso del Niño Dios como lo hicieron María y José, y los sencillos pastores de Belén, también con el canto de los villancicos que manifiesta “la alegría de creer”, en expresión del Santo Padre en su Carta de convocatoria del “Año de la fe”. Sigue leyendo

“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres»

Mis queridos hermanos y amigos:

Se va a acercando ya la Navidad. El tercer cirio de “la corona de Adviento” se encenderá en todas las Iglesias de nuestra Diócesis y en otras muchas en toda la geografía del mundo católico alumbrando la esperanza en nuestras almas de que el Nacimiento del Salvador está cerca. Para poder celebrar su Fiesta, como lo que es y encierra en lo más íntimo y verdadero de si misma, una “Fiesta de gozo y de salvación”, la Iglesia nos trae a la memoria del corazón aquella hermosa exhortación de San Pablo a los Filipenses: “Hermanos: estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres” (Fl 4,6). ¿Se puede estar siempre alegres en medio de las dificultades, los sufrimientos y las adversidades que nunca nos faltan en ese transitar por los caminos de la tierra con esa estación última e inevitable que es la muerte? Sí, es posible cuando a la luz de la fe la razón descubre que, dejándose guiar por Dios, lo que a primera vista parece un itinerario fatalmente dirigido a la destrucción y a la infelicidad es en realidad la senda de la verdad, de la gracia, de la felicidad y de la vida. La venida al mundo del Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros, nos revela cual es el inmenso valor de nuestro paso por la historia: el de ser peregrinos del cielo; o, mejor aún, el de ser operarios que van labrando con su “sí” al amor creador y redentor de Dios el campo de los hijos de Dios que un día florecerá y fructificará en la bienaventuranza de la gloria. Ese es nuestro destino: el de cada uno de nosotros y el de toda la familia humana. Sigue leyendo