Mis queridos hermanos y amigos:
¡Cuántas veces nos hemos deseado estos días una feliz Navidad! ¡Los más tímidamente cristianos o los olvidadizos de su fe primera, la de su niñez y quizá de su primera juventud, lo habrán cambiado por un simple “felices fiestas”! En todo caso, en nuestros saludos ha andado por medio la felicidad como deseo. ¿Y qué felicidad? ¿Hay distintas clases de felicidad? Sigue leyendo