Clausura Misión Madrid

Madrid, 20 de marzo de 2014

Con motivo de la clausura de la Misión Madrid –una andadura apostólica de nuestra diócesis que ha durado dos años– nos disponemos a peregrinar a Roma, para ver a Pedro, como los antiguos peregrinos, y para rezar con Pedro –nuestro amado Papa Francisco– pidiéndole al Señor que bendiga la siembra evangelizadora realizada durante esta Misión Madrid.

La han llevado a cabo los católicos madrileños –sacerdotes y laicos, religiosos y religiosas, consagradas y consagrados– con el deseo de avivar y fortalecer la fe de los que les rodean, comunicando a las personas de su entorno –familiares, amigos, conocidos, compañeros de trabajo, de clase, de vecindad, deporte, etc.– la alegría de conocer a Cristo y de responder a la llamada personal que Cristo nos hace a cada uno.

Durante este tiempo los fieles de nuestra diócesis han recibido, gracias al Espíritu Santo, un impulso especial para vivir con plenitud su vocación bautismal en el lugar donde Dios les ha colocado como testigos de su amor.

No hemos pretendido hacer cosas extraordinarias, sino tomar conciencia  una vez más y ayudar a los demás a descubrir que el anuncio de Cristo, el afán misionero, debe ser algo ordinario, una actitud constante en nuestras vidas.

Ese afán misionero se ha traducido y hecho realidad en iniciativas y realizaciones muy dispares. Vienen a mi memoria, por ejemplo el comienzo de la Misión Madrid en Fátima, las peregrinaciones de las Vicarías a la Catedral, la celebración del sacramento de la Confirmación de más de mil jóvenes en la plaza de la Almudena, el Via Crucis, la Misión en los colegios y su concurrida y reciente Eucaristía, y las actividades en las parroquias, hospitales, etc. Doy gracias a Dios con vosotros.

Se ha hecho mucho; y somos conscientes de que queda mucho más por hacer: nuestra tarea es ser siervos cada vez más dóciles a la acción del Espíritu Santo que vivifica constantemente su Iglesia. Ha sido, con las carencias y limitaciones de todo lo humano, un paso adelante en  la conciencia de la responsabilidad evangelizadora de los cristianos, y un esfuerzo que el Señor no dejará de bendecir para a acercar a Cristo a los que no le conocen.

Aunque reconocemos que existe gran ignorancia en materias de fe, al mismo tiempo observamos que hay una profunda sed de Dios en los hombres. Esa sed se ha manifestado de forma diversa, pero viva en los diferentes escenarios donde ha tenido lugar esta Misión: en los distintos madriles de la capital, en el campo, en los pueblos y ciudades de nuestra Comunidad Diocesana.

Comenzamos esta tarea misionera con la bendición expresa del Santo Padre Benedicto XVI, y queremos concluirla en Roma, junto con el Santo Padre Francisco, muy unidos en la oración. En ese sentido hemos notado especialmente la fuerza de la oración callada y eficacísima de las contemplativas y contemplativos que dedican su vida a orar por la Iglesia en los monasterios de nuestra Comunidad de Madrid; con la oración de los enfermos y de los que sufren; y con la oración de los niños. Ellos nos han mantenido y somos conscientes de que Dios escucha sus plegarias de modo especial.

Entre los diversos rasgos que han caracterizado a esta Misión se puede destacar que ha sido profundamente cristológica, eucarística, mariana y volcada hacia los más pobres y necesitados.

Ha sido cristológica, porque la Misión tenía un objetivo central: dar a conocer a Jesús a todas las personas con las que convivimos, creyentes y no creyentes. Eucarística, porque hemos intentado redescubrir o descubrir a Cristo, que se ha quedado por amor a nosotros en el sacramento de la Eucaristía; Mariana, porque todos los que han participado en la Misión han manifestado en repetidas ocasiones, con sus hechos y sus palabras, su confianza en la especial intercesión de María, la Madre de Dios hecho Hombre; y solidaria, volcada hacia los más pobres y necesitados, porque se ha hecho un esfuerzo especial por incrementar las obras de misericordia.

Ha sido una aventura de fe, en la que el protagonista tiene un nombre propio: el Espíritu Santo. A Él le pedimos que remueva los corazones de tantas personas que desean conocerle, muchas veces sin saberlo.

La Misión Madrid ha sido una etapa más en nuestro camino hacia Jesús. Al concluir esta etapa animo a los fieles de nuestra Diócesis, y de modo singular a los Consejos de Pastoral y a todos los que habéis participado en esta Misión Madrid, a peregrinar hasta Roma, para rezar en el sepulcro del apóstol Pedro junto con el Papa Francisco, unirnos a sus intenciones, renovar nuestro compromiso cristiano y disponernos a afrontar los nuevos retos que la historia y el Santo Padre nos proponen.

 

Con todo afecto y con mi bendición,

firma

LA ALEGRIA DEL EVANGELIO EN LA VIDA CONSAGRADA

Mis queridos hermanos y amigos:

Desde el año 1997 la Iglesia viene celebrando en la Fiesta de la Presentación del Señor y de la Purificación de la Santísima Virgen la Jornada para la Vida Consagrada. Fue una de tantas y tan fecundas iniciativas pastorales del Beato Juan Pablo II; fruto del Sínodo sobre la vida consagrada que se había celebrado en el otoño del año 1994. En reuniones anteriores de las Asambleas Ordinarias del Sínodo, y con la intención de que fuera calando en el alma de la Iglesia la renovación promovida por el Concilio Vaticano II, el Papa había cuidado de que fuesen tratados con profundidad teológica, actualidad pastoral y dinamismo apostólico en los Sínodos de 1986 y 1990, respectivamente, los temas de la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo y el de la formación de los sacerdotes. El acierto del Papa en la selección y estudio progresivo de los problemas relacionados con la vocación del seglar, del sacerdote y de los consagrados, en orden a la verdadera y fructífera asimilación de la doctrina y de las orientaciones del Vaticano II, era evidente. Porque todo el gran impulso espiritual y pastoral, en la doctrina y en la praxis, que Pablo VI y, con un dinamismo personal y eclesial sin precedentes en la historia de los Concilios, Juan Pablo II habían querido inyectar en el corazón de la Iglesia, a la luz y con la guía del Concilio, fructificaría o se frustraría en la medida en la que la aceptación y la acogida del Concilio por parte de los hijos e hijas de la Iglesia, en esa triada vocacional del sacerdocio, del laicado y de la vida consagrada, estuviera impregnada sí o no de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, del amor del Padre y de la comunión en el Espíritu Santo. En último término, lo que el Concilio y los Papas, que lo presidieron y aplicaron, buscaron y buscaban fue que el Evangelio de la Vida resplandeciese de nuevo en el rostro de la Iglesia, trasmitiendo su noticia con una luz tan intensa que el mundo -¡el mundo contemporáneo! ¡el mundo de la postmodernidad!- pudiese ser de nuevo evangelizado.  Sigue leyendo

SALIR AL ENCUENTRO, VIVIR LA FRATERNIDAD. Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado Emigrantes y refugiados hacia un mundo mejor. 19 de enero de 2014

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

La Jornada Mundial de la Pastoral de las Migraciones nos recuerda de nuevo que estamos ante la exigencia insoslayable de hacer posible una convivencia profundamente humana sobre la base evangélica de nuestro reconocimiento mutuo como hermanos en una sociedad en la que la presencia de los emigrantes continúa siendo determinante. Una convivencia que ha de ser alimentada y sostenida a la luz de la fe con la fuerza de la esperanza y de la caridad cristianas. Sigue leyendo

EN CAMINO HACIA LA NAVIDAD: “FIESTA DE GOZO Y SALVACIÓN” Camino de alegría esperada y compartida

Mis queridos hermanos y amigos:

Al final del camino litúrgico y espiritual del Adviento hay una meta que brilla con creciente luminosidad para los que lo viven en la comunión de la Iglesia: acoger al Señor ¡al Hijo de Dios! que nos va a nacer de nuevo en la hora histórica en la que nos encontramos. No se trata de una venida radicalmente nueva de un Dios desconocido destinada para unos pocos −¡un grupo de selectos!− dotados de cualidades intelectuales y morales excepcionales. ¡No! Quien viene es el que ha venido ya hace dos mil años, el Hijo del Altísimo que concibió en su seno una doncella de Nazareth, la Inmaculada Virgen María, y que nació en Belén de Judá a donde se había desplazado con su esposo José de la estirpe de David para empadronarse según lo mandado por el Emperador de Roma, César Augusto. Él, Jesús, el recién nacido, era “el Dios con nosotros” para aquel momento de la historia de la humanidad y para siempre: ¡hasta el final de los siglos! El destino del hombre se decide desde entonces en si sabe recibirle, abrirle las puertas de su alma y dejarse acompañar por Él en todo el curso de su existencia y en todos los aspectos de la misma. Su “compañía” significa la luz para conocer la verdad −toda la verdad sobre Dios y sobre el hombre−, la fuerza espiritual para afrontar las amenazas del mal con la esperanza gozosa de la victoria sobre el pecado en todas sus manifestaciones y sobre la muerte, y el amor que nos saca de nuestro egoísta autocentrismo y nos hacen arder en el mismo ardor que le inflama a Él al hacerse uno de nosotros y al dar la vida por nosotros. En una palabra, su venida y su compañía entrañan el don del Espíritu Santo: “la persona-Amor” en el Misterio de la Santísima Trinidad. Lo que aconteció en Nazareth de Galilea y en Belén de Judá aquellos días trascendentales para la historia de la familia humana era el inicio irreversible y victorioso de una época nueva para el hombre y su futuro: ¡la época de la salvación!, ¡la época de la promesa y de la conseguida realización de la verdadera alegría que nadie podrá arrebatar ya al hombre que se convierte a Él y le acoge! También para nosotros, los hombres y la sociedad de hoy. También para Madrid y los madrileños que se afanan entre dificultades, problemas de los más variados, temores e incertidumbres y entre esperanzas y expectativas de vivir una nueva Navidad en el seno de sus familias como Fiesta de gozo y de salvación.  Sigue leyendo

“ALEGRAOS EN EL SEÑOR QUE VIENE” En el primer Domingo de Adviento del año 2013

Mis queridos hermanos y amigos:

Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, acaba de publicar al clausurarse el Año de la fe su primera Exhortación Apostólica, después de que el día de San Pedro y San Pablo hubiera hecho pública la Carta-Encíclica “Lumen Fidei”: “la Luz de la Fe”. La Exhortación lleva por título “Evangelii Gaudium”: “el Gozo del Evangelio”. ¡Una excelente y luminosa guía para vivir el nuevo tiempo de Adviento, que hoy se inicia, con gozosa esperanza y para asumir con renovado fervor apostólico la segunda etapa de “la Misión-Madrid 2013-1014” como la forma actual y urgente de vivir “la dulce y confortable alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […] Y ojalá el mundo actual −que busca a veces con angustia, a veces con esperanza− pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo” (Pablo VI, “Evangelii Nuntiandi” 80, citado por el Papa Francisco en “Evangelii Gaudium” 10). A “la luz de la fe”, brillando más luminosamente en nuestros corazones convertidos o dispuestos a la conversión, podremos y debemos salir al encuentro de Jesucristo que viene, “acompañados por las buenas obras”. A fin de cuentas: ¡“con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”! (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 1). Sigue leyendo

Jesucristo, Rey del Universo. Al finalizar el Año de la Fe

Mis queridos hermanos y amigos:

 

El camino de la fe lleva al hombre que cree en la Palabra de Dios a una conclusión final: Jesucristo es el Rey del Universo. El verdadero creyente profesa y proclama que Jesucristo es el Rey del Universo como la suprema verdad que ilumina toda la existencia del hombre sobre la tierra: su origen, su fundamento, su destino, su fin último. Sigue leyendo

17 de Noviembre, Día de la Iglesia Diocesana ‘La Iglesia con todos, al servicio de todos’

La celebración del Día de la Iglesia Diocesana, el domingo 17 de noviembre, tiene por lema: La Iglesia con todos, al servicio de todos. Nuestras parroquias y comunidades saben que no es un mero eslogan, sino que es la verdad de lo que ocurre en la vida cotidiana. Es cierto que quienes acuden a la Iglesia son en su mayoría cristianos, pero las puertas de nuestros templos están abiertas a las necesidades de todos, y de modo muy especial a quienes pasan por situaciones difíciles como consecuencia del paro, la crisis económica o problemas familiares de diversa índole. En realidad, siempre ha sido así. Desde sus orígenes, la Iglesia ha hecho suyas las situaciones de la humanidad y se ha sentido llamada a paliarlas con el anuncio del Evangelio y con la fuerza de la caridad. A su manera, y consciente de que ese debe ser su modelo permanente, imita al Señor, que lavó los pies de sus discípulos y vive en medio de ella como quien sirve. Sigue leyendo

MADRID Y LOS MÁRTIRES DE LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA. ANTE LA PRÓXIMA BEATIFICACIÓN DE 522 MÁRTIRES EN TARRAGONA

Mis queridos hermanos y amigos:

El próximo Domingo, día 13 de octubre, al día siguiente de la celebración de la gran Fiesta de la Virgen del Pilar, “Madre de España”, el Delegado del Santo Padre “elevará al honor de los altares” −expresión tradicional en el culto multisecular del pueblo cristiano a sus Santos− a 522 nuevos mártires del siglo XX en España, que se sumarán a los 1001 ya beatificados durante el Pontificado de Juan Pablo II (471 mártires) y de Benedicto XVI (530). Entre ellos, los ya beatificados y los que lo serán el próximo domingo, se encuentra un elevado número que han sido martirizados en Madrid, en la Ciudad y en la Provincia, en los años 1936 y 1937, los más crueles de la persecución religiosa sufridas por la Iglesia diocesana de Madrid. Religiosos de las Órdenes y Congregaciones de más arraigo en la historia y en la vida de la Iglesia y del pueblo madrileño, constituyen, en el número y en la variedad de las familias religiosas a los que pertenecen, el núcleo principal de los mártires madrileños del siglo XX beatificados por la Iglesia. A ellos se añaden religiosas, sacerdotes diocesanos, seminaristas y fieles laicos. ¡Son centenares! Con toda razón histórica y eclesial se puede afirmar que el siglo XX en Madrid ha sido tiempo de martirio: ¡de Iglesia de mártires! Los mártires, entregando la vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores, son la prueba más evidente de la fecunda fidelidad de la Iglesia al Evangelio en un lugar y un tiempo determinado; en nuestro caso, en el Madrid contemporáneo (Cfr. Porta Fidei, 13). Había que haber nacido, crecido y/o vivido en un ambiente eclesial muy enamorado de Cristo y muy empapado del amor fraterno a los hermanos, vecinos y conciudadanos, creyentes o no creyentes, practicantes o no practicantes, para que puestos antes el dilema de renunciar a su vocación de consagrados, de sacerdotes diocesanos o de apóstoles laicos, es decir, puestos ante la disyuntiva de negar a Cristo y de renunciar a su seguimiento… o la muerte, no dudan en su elección: ¡morir por Él! Sigue leyendo

“MISIÓN−MADRID” EN EL CURSO PASTORAL 2013-2014: SERVIR Y TESTIMONIAR A JESUCRISTO EN LA FAMILIA, EN LA ESCUELA Y EN LA VECINDAD.

Mis queridos hermanos y amigos:

El viernes pasado celebramos en la Catedral de Nuestra Señora de “La Almudena” la Eucaristía con la que iniciábamos el curso pastoral 2013-2014: el segundo de la “Misión Madrid”. Fue una celebración, a la vez, solemne y entrañable. No era posible desde la memoria del corazón, sobre todo en el rito penitencial, no recordar nuestra peregrinación a Fátima en los mismos días del pasado septiembre. No, no eran mínimamente creíbles un propósito, un proyecto y una iniciativa pastoral, de raíz auténticamente apostólica si no venía inspirada por una conversión interior de las personas y de la propia comunidad diocesana, fruto de un renovado encuentro con el amor misericordioso de Jesucristo Crucificado, como se había querido hacer especialmente patente en aquellas conmovedoras apariciones de su Santísima Madre a tres sencillos niños de Fátima, una aldea perdida en el centro geográfico del Portugal profundo de 1917. La Virgen había elegido el día 13 de cada uno de los meses que van desde mayo hasta octubre (con la excepción del mes de agosto)  para confiarles un mensaje a un mundo venido y construído desde la Modernidad y para la Modernidad; pero que se hallaba sumido en un espantoso conflicto bélico, con el epicentro en Europa, y cuyo radio de propagación y efectos destructivos de pueblos, familias y personas ya comenzaba a no conocer fronteras. Sigue leyendo

Curso 13-14

Madrid, 12 de septiembre de 2013

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Como sin duda ya sabéis el viernes, 27 de Septiembre, a las 7 de la tarde, presidiré en la Santa Iglesia Catedral una Eucaristía para iniciar el curso 2013-2014 con un nuevo impulso misionero. La Misión Madrid, que iniciamos el curso pasado, nos ofrece para este curso, como he explicado en mi carta pastoral titulada Servicio y Testimonio de la Verdad: Tareas pastorales siempre vivas, nuevas oportunidades para dar a conocer a Jesucristo como único Salvador del hombre. Queremos hacerlo en estrecha colaboración entre las familias, las parroquias y los colegios, conscientes de que ninguna de estas realidades es ajena a las otras, y que en ellas se juega el futuro de nuestra sociedad. Sigue leyendo