La Epifanía del Salvador en la solemnidad del Bautismo del Señor del 2013

Mis queridos hermanos y amigos:

Jesús comienza lo que se conoce desde la antigüedad cristiana como su “vida pública” acudiendo al río Jordán para que Juan, el conocido también desde los inicios de la comunidad cristiana como “el Bautista”, le bautizase. San Lucas narra el momento con escueta y, a la vez, sublime precisión: “y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre Él con la apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado en ti me complazco». Jesús al empezar tenía unos treinta años…” (Lc 3, 21-23). Israel estaba viviendo una situación extraordinariamente inquieta y agitada política, social y religiosamente. Juan, de la familia sacerdotal de Zacarías, educado en el ambiente de los justos y sencillos de un pueblo dolorido, dividido y sometido a formas tiránicas de poder, aunque consciente de sus propias y reiteradas infidelidades respecto de la Ley y de la Alianza, siente la necesidad de revivir la expectación del Salvador prometido a sus antepasados por sus grandes y más fervorosos y fieles profetas. Sin duda, resonaban en sus almas palabras vibrantes y esperanzadoras del Profeta Isaías: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará” (Is 42, 1-14). ¿Cómo no iban, pues, a reconocer en aquella dramática coyuntura histórica los mejores hijos de Israel en la voz de Juan penitente en el desierto, predicando un bautismo de conversión en toda la comarca del Jordán, una apremiante llamada de Dios −quizá la última− para acoger y recibir la gracia de la salvación, o mejor aún, al Salvador mismo, al Mesías anunciado a sus padres ya en el desierto, camino de la tierra prometida? De hecho, dudaban. Juan tuvo que convencerles que su bautismo les abría el camino a quien les iba a bautizar después con “el Espíritu Santo y fuego”: él es solamente “Una voz que grita en el desierto”, que prepara el camino del Señor (Lc 3.4).   Sigue leyendo

¡FELIZ NAVIDAD! ¡SANTA NAVIDAD!

Madrid, 22 de diciembre de 2012

Mis queridos hermanos y amigos:

 La celebración del acontecimiento de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo es inminente. El Misterio del Nacimiento del Hijo de Dios, hecho carne en el seno purísimo de la Virgen María, vuelve a hacerse actualidad en cada una de nuestras vidas y en el corazón de la humanidad en este preciso momento histórico de la vuelta del año 2012 al año 2013 dramáticamente doloroso para tantos de nuestros hermanos; momento no exento de preocupantes incertidumbres personales y colectivas aunque no carente de signos de verdadera y animosa esperanza. La celebración de la liturgia de la Navidad, que la Iglesia de un confín al otro del plantea vivirá en los días próximos, impulsará y reforzará en cada uno de nosotros la voluntad de ofrecer al mundo de nuestros días la respuesta de la esperanza. Con el nacimiento del Niño Jesús se ha iniciado en la historia del hombre irreversiblemente el tiempo definitivo de la esperanza: ¡la esperanza triunfará! El futuro es del Dios que nos ha nacido y vuelve a nacer una y otra vez; también en esta hora de la historia que se nos antoja, no pocas veces y no sin alguna razón, como cargada de peligros y amenazas oscuras para el bienestar y la paz de las personas, de las familias y de los pueblos. No tengamos miedo ni nos acobardemos. Verdaderamente el Hijo de Dios ha nacido en Belén de Judá hace poco más de dos mil años de María Virgen, una doncella de Nazaret, desposada con José, de la casa de David, y que había concebido al Niño-Dios sin concurso de varón por obra y gracia del Espíritu Santo. En la próxima “Noche Buena”, como en aquella primera y decisiva Noche Santa del Nacimiento del Niño Jesús había sucedido a los pastores de la región de Belén, oiremos el anuncio del Ángel que nos dirá: “No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo”. Hoy, ya no sólo en la ciudad de David sino en todo el mundo, nos dirá: “os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”; y, en torno al Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, la legión de ángeles alabarán a Dios, exclamando: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (cfr. Lc 2, 8−14).  Sigue leyendo

“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres»

Mis queridos hermanos y amigos:

Se va a acercando ya la Navidad. El tercer cirio de “la corona de Adviento” se encenderá en todas las Iglesias de nuestra Diócesis y en otras muchas en toda la geografía del mundo católico alumbrando la esperanza en nuestras almas de que el Nacimiento del Salvador está cerca. Para poder celebrar su Fiesta, como lo que es y encierra en lo más íntimo y verdadero de si misma, una “Fiesta de gozo y de salvación”, la Iglesia nos trae a la memoria del corazón aquella hermosa exhortación de San Pablo a los Filipenses: “Hermanos: estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres” (Fl 4,6). ¿Se puede estar siempre alegres en medio de las dificultades, los sufrimientos y las adversidades que nunca nos faltan en ese transitar por los caminos de la tierra con esa estación última e inevitable que es la muerte? Sí, es posible cuando a la luz de la fe la razón descubre que, dejándose guiar por Dios, lo que a primera vista parece un itinerario fatalmente dirigido a la destrucción y a la infelicidad es en realidad la senda de la verdad, de la gracia, de la felicidad y de la vida. La venida al mundo del Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros, nos revela cual es el inmenso valor de nuestro paso por la historia: el de ser peregrinos del cielo; o, mejor aún, el de ser operarios que van labrando con su “sí” al amor creador y redentor de Dios el campo de los hijos de Dios que un día florecerá y fructificará en la bienaventuranza de la gloria. Ese es nuestro destino: el de cada uno de nosotros y el de toda la familia humana. Sigue leyendo

La conclusión del Sínodo y la urgencia de la Nueva Evangelización: Un nuevo impulso para “la Misión-Madrid”

Mis queridos hermanos y amigos:

Esta mañana, con la celebración de la Santa Misa presidida por el Papa en la Basílica de San Pedro, finaliza la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, convocada por el Santo Padre para estudiar la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe. Los que hemos recibido la gracia de poder participar directamente en el acontecimiento sinodal somos testigos de haber vivido una experiencia renovada de comunión jerárquica con el Sucesor de Pedro, Cabeza del Colegio Episcopal, al servicio de una apasionante tarea que incumbe a toda la Iglesia, a todos sus fieles y pastores: evangelizar al hombre de este tiempo y de esta hora de la historia tan crítica, tan amenazada por nuevas formas del mal −físico, moral y espiritual− y tan sedienta del bien: ¡del verdadero y feliz bien que sólo Jesucristo puede proporcionarle! Sigue leyendo

LA PEREGRINACIÓN A FÁTIMA: INICIO DE “LA MISIÓN-MADRID” Conversión y penitencia: presupuestos espirituales de la nueva evangelización

Mis queridos hermanos y amigos:

El próximo fin de semana peregrinamos a Fátima. Un grupo de fieles, consagrados y sacerdotes, muy representativo de las Vicarías Episcopales territoriales de nuestra Archidiócesis, acompañará a su Arzobispo y a sus Obispos Auxiliares en esta peregrinación de penitencia al lugar en el que la Virgen Santísima se apareció a tres sencillos y pobres pastorcillos  en el lejano 13 de mayo de 1917 para pedirla la gracia de una renovada conversión para toda la comunidad diocesana de Madrid, que siente la llamada del Santo Padre a evangelizar de nuevo como una grave y urgente responsabilidad de la que ha de dar cuenta a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, al haberla enriquecido con nuevas gracias espirituales y celestiales, hace poco más de un año en la Jornada Mundial de la Juventud de la tercera semana de agosto del 2011, convocada y presidida por el Sucesor de Pedro, Benedicto XVI: ¡“una verdadera cascada de luz”! ¡un renovado Pentecostés! ¿Vamos a “reservarnos” a Cristo para nosotros, “un puñado” de “elegidos” introvertidos, autosuficientes, timoratos y pusilánimes? Sería el comienzo del fin de un proceso espiritual y pastoral que, al rechazar o rehuir la gracia, termina en un progresivo avance de la increencia y de la apostasía de la fe y en la imposibilidad de salir de una vida personal, familiar y social, corrompida por el pecado. Sigue leyendo

SANTIAGO APOSTOL, PATRONO DE ESPAÑA. Su renovada actualidad

Mis queridos hermanos y amigos:

La Iglesia en España celebra de nuevo el próximo 25 de julio la Solemnidad de su Patrono, Santiago Apóstol, hermano de Juan e hijo del Zebedeo. Lo reconoce e invoca como su primer Evangelizador y el patrono que veló constantemente a lo largo de su más que milenaria historia por el bien espiritual y material de sus hijos: hijos también de un pueblo que hundía sus raíces más profundas −las de su cultura, de su idiosincrasia, de su acervo moral, en una palabra, las de su alma−, en el sí al Evangelio predicado por él. España se sintió protegida por la intercesión de Santiago ante Dios en todos los momentos más críticos y graves de su pasado histórico −desde aquellos lejanos de su liberación del poder musulmán y de los que la condujeron a la formación de su unidad en el medievo y en los inicios de la modernidad− hasta el presente. Entre vicisitudes varias, con altos y bajos, supo conservar la fe en Jesucristo Redentor del hombre con una singular fidelidad y una creatividad espiritual y misionera extraordinariamente fecunda, no dejando nunca de considerarse y de realizarse como una comunidad fraterna de gentes y personas estrechamente vinculadas, por la caridad de Cristo, en su Iglesia. Esta “España jacobea” ha sido solidaria en las alegrías y en las penas, en el dolor y en la enfermedad, compartiendo arrepentimientos por los pecados comunes y esperanzas alentadoras y gozosas al labrar surcos nuevos para la justicia, el amor fraterno y la paz dentro de sus fronteras y más allá de ellas. Su camino, ¡el camino cristiano de España! trazado siguiendo las huellas de Apóstol Santiago, se ha revelado y desarrollado humana y culturalmente como un camino de la Europa y del mundo que, sabiéndolo o no, buscan afanosamente a Cristo y, en Cristo, al hombre sanado y transformado por el don de su gracia: ¡del amor infinitamente misericordioso de Dios! Actualizar en la Fiesta de Santiago el Mayor, nuestro Patrono, esta “memoria jacobea” tan rica humana, cultural y espiritualmente, se nos presenta como un apremiante imperativo de la hora histórica que estamos viviendo en la Iglesia y en la sociedad: ¡hora de España y hora de Europa! ¡Inseparables ambas! Sigue leyendo

El servicio de “Pedro” a la Iglesia y al hombre, en una difícil coyuntura histórica

Mis queridos hermanos y amigos:

Hoy, el domingo más próximo a la Fiesta de los Santo Apóstoles Pedro y Pablo, la Iglesia en España celebra “el día del Papa”. La verdad del Primado de Pedro se actualiza siglo tras siglo desde su muerte martirial en la figura de sus Sucesores en la sede de Roma que han continuado su misión sin solución de continuidad ¡ininterrumpidamente! hasta ahora mismo y que por la promesa del Señor seguirá ocurriendo hasta que Él vuelva en gloria y majestad. “Pedro” es hoy, pues, para la Iglesia y para el mundo nuestro Santo Padre Benedicto XVI. Sigue leyendo

SAN JUAN BAUTISTA Y EL DON DE LA ALEGRÍA ESPIRITUAL EN TIEMPOS DIFÍCILES

Mis queridos hermanos y amigos:

La solemnidad de San Juan Bautista cae providencialmente, en este año de crisis dolorosa y pertinaz, en domingo. La Iglesia le pide al Señor, en la Liturgia de la natividad del que fue el Precursor del Salvador, el don de la alegría espiritual. Una petición que acaso resulta un tanto paradójica. San Juan Bautista fue el último de los grandes profetas de Israel, enviado a allanar los senderos por los que había de llegar el Ungido de Dios. ¡Él no era el Mesías! No se cansaba de repetirlo cuando el pueblo le urgía a identificarse. Él era sólo la voz que grita en el desierto. El contenido de su profecía, pronunciada y proclamada con ardiente y provocadora claridad, estremecía: “¡Raza de víboras! ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: Tenemos por padre a Abraham” (Lc 3, 7-9). ¿Y cuál era ese fruto que exige la conversión que él predicaba? Un cambio radical de comportamiento y estilo de vida y, luego, el bautismo de penitencia; en un palabra, la vuelta del corazón y de la voluntad al Dios de la Alianza: ¡volver sencilla y simplemente a Dios! Sí, a Dios, al Dios verdadero, que será el que envíe a su Mesías que los “bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Lc 3, 16). El momento histórico, en el que el Bautista anuncia la inminente llegada del Mesías, era extraordinariamente crítico para su Pueblo: ¡el Pueblo elegido por Dios! Crítico en lo temporal: dominado despóticamente por la poderosa Roma del Imperio; partido internamente en tres Tetrarquías confiadas al gobierno de unos personajes moralmente impresentables. Crítico, sobre todo, espiritualmente: un culto del Templo vivido superficial e hipócritamente que tapaba una extendida relajación de costumbres y un abandono patente del seguimiento fiel de la Ley en muchos de los hijos de Israel. Aparentemente sólo quedaba un pequeño resto de justos de Yavhé. Por ejemplo: los propios padres del Bautista, Zacarías y Ana; y, sobre todo, María, la Doncella de Nazareth, la que iba a ser la Madre de Jesús y, José, su esposo, virgen como ella. Sigue leyendo

¡FELIZ Y GOZOSA PASCUA DE RESURRECCIÓN!

Mis queridos hermanos y amigos:

 No hay probablemente ningún momento de la existencia humana ante el cual nos sintamos más inermes e indefensos que el de la muerte. Nadie quisiera morir. El Concilio Vaticano II nos habla de la muerte como de un enigma indescifrable. De lo más hondo de nuestro ser surge incontenible el ansia de vivir para siempre y felizmente; pero, a la vez, sentimos en nuestra carne la fragilidad de nuestras fuerzas, las heridas del sufrimiento y las señas de una mortalidad cierta e inevitable. ¿No hay salida para esta tremenda y, al parecer, fatídica condición del hombre? ¿Ese es nuestro destino: la muerte?  Sigue leyendo

XXVII JORNADA DIOCESANA DE ENSEÑANZA. “EDUCAR EN LA JUSTICIA Y LA PAZ”-. 10 de marzo de 2012

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Vamos a celebrar en nuestra Archidiócesis, como en años anteriores, la Jornada de Enseñanza, que se desarrollará el sábado 10 de marzo. Además de disponer de una nueva ocasión para seguir afianzando vuestra vocación educativa, que debéis de ejercer con la responsabilidad propia del cristiano, se os presenta una nueva oportunidad para el encuentro, en un clima de convivencia y oración, de todos los educadores que estáis trabajando a favor de una renovada presencia de la Iglesia, maestra de humanidad, en el campo educativo.  Sigue leyendo